| "Durante más 
              de un lustro -el que ocupó los años centrales de la 
              década de los setenta- anduve enredado en la madeja de los 
              correcaminos Gárgoris y Habidis. Fue duro, durísimo... 
              Aún me estremezco al recordarlo. Los frescos racimos 
              de la vida cantados por Rubén colgaban, ubérrimos, 
              al otro lado del cristal y fuera de mi alcance. Tenía yo, 
              al acometer la tarea y comenzar la redacción de la Historia 
              mágica de España, treinta y pocos años: 
              el ruido, el deseo y la furia corrían por mi carne, reventándola, 
              y reventándome también el alma. Lógico. Decía 
              mi maestro Jung que la vida no vivida es una enfermedad de la 
              que se puede morir (...) Y así hasta que un buen día 
              quebré mi condena, huí de Gárgoris, di esquinazo 
              a Habidis, rompí los barrotes de la literatura, hice un corte 
              de mangas a mi libro, despaché con un infame bajonazo todo 
              lo referente a la Edad Contemporánea, descargué un 
              puñetazo sobre la mesa y regresé jubiloso al mundo 
              exterior, que me aguardaba, con el decidido propósito de 
              devorarlo (...) Gané libertad, sí, y felicidad, pero 
              mi obra acusó el castigo y quedóse un sí es 
              no es cojitranca o, por lo menos, escoradilla hacia estribor. Vale 
              decir: liquidé la historia mágica comprendida 
              entre el año de desgracias de 1700 y el año de gracia 
              de 1976 -tres siglos de felonías- en un amén y en 
              un centenar de folios (...) Y es, sin duda, ese sentimiento de culpa 
              y de chapucería el factor que hoy, diecisiete años 
              después de la primera salida de Gárgoris y Habidis, 
              me lleva a correr el albur de sacar a esos ingeniosos hidalgos de 
              su dolce far niente y de lanzarlos otra vez por las rutas 
              de don Quijote para que empuñen de nuevo el testigo de la 
              España Mágica e indaguen en ella al hilo de la modernidad." 
              (Del prólogo del autor.) |