| «Escribí 
              este libro en una casa, la mía, que lleva el nombre de Kokoro. 
              Y eso significa, en japonés, corazón. El día 17 de diciembre 
              de 2004 sufrí una gravísima intervención quirúrgica 
              en las arterias coronarias que irrigan el ventrículo izquierdo 
              de esa víscera. Sé hoy que aquel día no me 
              operaron, sólo, del corazón, sino también, 
              y sobre todo, del sentimiento. Hubo alguien que, en la hora 
              de la verdad, se inclinó sobre la camilla en la que me llevaban 
              al quirófano, sonrió, contuvo el llanto, me besó 
              y dijo: Vuelve. Lo hice. Aquí cuento 
              cómo. Este libro es la crónica 
              de un viaje a la tierra de los muertos, el cuaderno de notas de 
              una expedición al más allá, la cartografía 
              de un descenso a los abismos de la conciencia, el relato de una 
              resurrección. Pero es también, o 
              así me lo parece, un libro lleno de vida. Y de alegría. La luz de la conciencia, 
              la sabiduría y la felicidad brotan y bailan, lo juro, allí 
              donde la vida, sin dejar de serlo, se transforma en muerte. Nadie busque en este libro 
              magia ni fe, ni pensamiento volitivo, ni invención, ni ficción. 
              Lo que contiene es, sólo, el fruto de una experiencia crucial 
              narrada en forma de diálogo conmigo mismo. Lo mantuve in 
              artículo mortis, y nadie, créanme, miente en semejante 
              circunstancia». Fernando Sánchez Dragó 
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