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28/03/08: Dragolandia, nueva columna de Dragó en elmundo.es

Dice Fernando Sánchez Dragó que si ha dejado la dirección de Diario de la Noche ha sido únicamente, y tal como había anunciado meses antes, para volver a su única vocación, que no mera profesión: los libros, la escritura, la literatura y el periodismo escrito. Es en este último ámbito donde se enmarca esta nueva incursión periodística en forma de columna-blog, en cuyo rótulo de cabecera figurará una simple palabra, que a la vez lo define a la perfección, Dragolandia: la tierra de Dragó.

Dragolandia se convertirá así en un espacio en el que Fernando Sánchez Dragó tratará todos los temas que le inquietan, que le interesan, que le fascinan. Hablará de sus viajes, de sus elixires, de sus recuerdos, de sus manías, de sus pensamientos, de sus toros, de sus enemigos y sus amigos y, cómo no, de Dragó, personaje novelesco donde los haya. Su primera crónica digital llevará el sugerente título de Día de la Victoria, y su contenido se desvelará el próximo 1 de abril, día de su inauguración, en elmundo.es.

 

 

 

 

26/03/08: Diario de la Noche, de Rafael Martínez Simancas

Fuente: madridiario.es

Si Fernando Sánchez Dragó hubiera sido torero, (¡ya le hubiera gustado a él!), habría inventado la “dragontina” que es una manera de hacer el quite para luego dejar el toro listo para la faena. El quite, a diferencia de otras suertes taurinas, se hace para lucimiento del matador y sin menosprecio del torero que está en la faena. El quite es un préstame a tu novia que te la devolveré muy contenta.

La “dragontina” consiste en ser más guerrero que soldado, puesto que el guerrero cuando ha conquistado se dirige a otro enclave mejor. No hay metas sino retos, no hay rellanos sino escalones, no hay calma sino inercia continua. Sánchez Dragó se marcha del “Diario de la Noche” de Telemadrid porque ya era plaza conquistada, y se pira el muy tunante a La Maestranza a ver toros y después a la India a ver vacas. Es tal su afición por la tauromaquia que sólo encuentra la felicidad allá dónde hay cuernos. Esto le pasa por ponerse a escribir una historia mágica de España que empezó con “Gargoris y Habidis” y que concluye con “Si habla mal de España… es español”, (libro de recomendada lectura).

Dicen que se marcha porque se ha metido con Rajoy en Telemadrid pero me consta que no es la causa puesto que llegado el momento de buscar enemigos seguro que los elegiría de mayor enjundia. Hay tal osadía en el Dragó guerrero que podría cuidarse Hillary Clinton de no acabar con él en una escena del sofá del becario.

Así que se marcha y adiós muy buenas, sin hacer un brindis, sin recoger la última rosa amarilla. Nos deja el tío con la música de Sinatra y con esa extraña manera de mirar a la cámara: mitad coña, mitad soldado. Adiós templario destemplado. Y, ahora, que pongan publicidad.

Rafael Martínez Simancas

 

 

13/03/08: Mi último telediario

 

Queridos amigos:

Hoy es mi último telediario. A las doce de la noche en Telemadrid, como siempre. No os lo perdáis. A mí mis fieles. Será, además, apoteósico, estará Soseki.

Gracias a todos. Salud, anarquía y cada noche una tía.

Dragó

 

 

 

11/03/08: Descubiertos varios textos inéditos de la juventud de Dragó

Vivir es ver volver. Han sido descubiertos varios textos inéditos de Fernando Sánchez Dragó, escritos en 1959, cuando el escritor, con veintidós años, empezaba a hollar un camino literario que dura hasta nuestros días. El estilo, aun a tan temprana edad, resulta claramente característico y reconocible: es Dragó.

La serie, que consta de cinco artículos encontrados en desvanes y archivos hasta ahora, se publicó en la revista, mensual por aquel entonces, Informes de la Construcción y el Cemento en el período que cubre los meses de marzo y noviembre de 1959. La colaboración del joven Dragó en la revista consistía en la redacción de un artículo literario, aunque de contenido científico y con referencias a la Arquitectura, para cada edición. Fundada el año 1948 en el Instituto Técnico de la Construcción y del Cemento, la revista, publicada por el Instituto Eduardo Torroja, iba dirigida a arquitectos, ingenieros, empresas constructoras, investigadores y profesionales relacionados con la construcción de edificios y obras civiles, y trataba temas de arquitectura, ingeniería, obras públicas, medio ambiente, instalaciones, rehabilitación, sistemas constructivos, técnicas de ensayos, resultados de investigaciones de componentes, sistemas de la edificación, etc.

Los escritos hallados se titulan: Un cliente nuevo: el átomo, Viviendas..., Escuelas, Motocine y Richard J. Neutra. No se descarta su publicación, pero, hasta que eso ocurra, los lectores de sanchezdrago.com podrán tener acceso a estos textos.

A continuación se incluye el primero de ellos —el resto serán publicados próximamente en su blog—, en exclusiva para la web oficial de Fernando Sánchez Dragó:

Un cliente nuevo: el átomo

La arquitectura recibe un inquilino importante:
el átomo, luchador fiero que hoy escoge el camino de la paz.

Hemos repetido muchas veces que la Construcción es
—como todas las artes que se precian—
una ciencia humanística.
Viene Adán a la tierra, y necesita una casa para sus hijos,
un lecho para su esposa, un fuego para su descanso.
En derredor —inertes— reposan el árbol y la piedra, las mas antiguas
materias de construcción.
Esperan, como el arpa de Bécquer, una mano de nieve
que las saque de su milenario sopor.
Adán siente la lluvia en sus espaldas, se guarece en una cueva,
y descubre que cuatro paredes y un techo
tienen forma de hogar.
Sale al sol y empieza a construir: barro, madera y piedra.
La Arquitectura ha nacido para el hombre,
y la naturaleza se empieza a urbanizar.
Lo bello ya puede ser útil.
Conservamos la enredadera en el jardín; la poesía del sendero,
en la firme seguridad de la autopista;
el morir del río, en el esbelto idealismo del puente colgante.

Y hoy, la más reciente conquista de la evolución que entonces
comenzara, requiere nuestros servicios.
Nos pide a nosotros
—los arquitectos, los ingenieros, los técnicos—
un lugar adecuado y tranquilo donde pueda servir
—en paz y sin peligro— al insaciable progreso humano.

Esta reciente conquista,
este grado extremo de nuestro avanzar se llama átomo,
y nos han enseñado a pronunciar su nombre de lejos y con respeto.
Pero en esta ocasión se acerca a nosotros sonriente,
con la mano tendida.
No viene para destruir casas, no trae en brazos a la muerte,
no cobra forma de desmesurado hongo.
Sus apodos son distintos: no se llama Hiroshima.
Se llama isótopo radiactivo: átomo para la paz.

Tres países occidentales nos muestran aquí sus reactores atómicos,
sus hoteles de átomos,
sus colegios mayores para futuros isótopos licenciados.
Los edificios parecen hieráticas colmenas que
ahora, en plena primavera, despiden rumores de abejas laboriosas.

España y Alemania inauguran con ellos sus primeros centros de experimentación atómica;
Inglaterra aprovecha su tenaz aprendizaje
y construye una central eléctrica atómica, que es ya plenamente
productora.
Tres países en paz, que olvidan la tristeza de sus guerras
y se esfuerzan para dar un contenido mas humano
a nuestra civilización.
Las colmenas atómicas de Munich, de Calder Hall
y de la Ciudad Universitaria de Madrid, dan a luz átomos-niños,
que crecerán un día y ganarán la batalla del progreso.

La desintegración del átomo despide alientos venenosos,
y el señor átomo —despedazado por propio consentimiento— no
quiere causar más muertes.
Nos pide que le encarcelemos, que le levantemos una prisión
férrea de donde nunca pueda escapar.
Nos dice: «Sujetadme bien, por si pierdo la cabeza.»

Con ejemplar abnegación se sacrifica por el bien común,
y se constituye en prisionero voluntario,
en condenado sin juicio, en desterrado sin delito.

Los arquitectos e ingenieros de tres países se enfrentan así
con el más espinoso problema de los edificios atómicos:
el aire que entra en el reactor debe purificarse antes de salir;
la escuela atómica tiene que ser un castillo de irás y no volverás.

Las soluciones que hoy ofrecemos
a la consideración de nuestros lectores son tan distintas,
como eficaces.
Los alemanes cerraron a compresión los elementos de su reactor,
apretándolos con el peso natural de su forma cupular.
Los españoles han construido su futurista hexaedro
con tirantes músculos de hormigón pretensado. Su aspecto exterior
es hosco, sugerente, esperanzador.
En su interior, el átomo-abeja vuela desorbitado
y escribe, con mayúsculas, el porvenir de nuestra sociedad.

Aún queremos señalar el profundo significado
de una aparente coincidencia: el reactor español se alza
en la Ciudad Universitaria,
frente por frente de las distintas facultades.

Allí, donde se preparan los artífices de una España mas culta,
se forja también la posibilidad de una España más industrial.
Esperemos que los nuevos estudiantesy los átomos nuevos nos den un mundo mejor.

Y bienvenido, señor átomo.

Fernando Sánchez Dragó
Madrid, marzo de 1959

 

 

06/03/08: Nuevas recomendaciones de libros

· Testo yonqui, de Beatriz Preciado (Espasa)

La autora analiza el modo en que las estructuras políticas y de poder determinan (con frecuente violencia) la experiencia de la propia persona, la vivencia de nuestro cuerpo y, en consecuencia, el papel social que desempeñamos. El modelo capitalista actual se asienta en dos pilares fundamentales: la industria farmacéutica y la pornografía. En paralelo al discurso filosófico que analiza esta realidad "farmacopornográfica ", la autora relata un autoexperimento que le lleva a aplicarse testosterona.

Filósofa de formación, Beatriz Preciado enseña teoría del género en la Universidad de Paris VIII y dirige el proyecto de investigación y producción artística Tecnologías del Género, en el Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona). Representante de un feminismo "alternativo", a través de sus escritos y sus talleres impulsa iniciativas teóricas y políticas drag king, postpornográficas y transgénero. Es autora, entre otras obras, del Manifiesto contra-sexual (Balland, París, 2000).

· Trenes hacia Tokio, de Alberto Olmos (Lengua de trapo)

Trenes hacia Tokio compone un escenario alucinado de la vida en un país lejos de casa, una narración escrupulosa de la cotidianidad menos trillada: esa que oculta la armadura emocional de una sociedad. Profesores de español, inmigrantes latinoamericanos, obreros de fábricas, alfareros, pianistas, colegiales depravados, japoneses sin Internet y chinas estrafalarias se suceden en esta narración minimalista, donde el idioma se aplica a narrar hasta que salta la chispa de la ironía, el fogonazo poético.

El día 24 de noviembre de 2006, un jurado compuesto por los escritores Lola Beccaria y Fernando Marías, y el editor José Huerta otorgó el X Premio de Arte Joven a la Creación Literaria de la Comunidad de Madrid, en su modalidad de novela, a la obra Trenes hacia Tokio, de Alberto Olmos.

· India, vagón 14-24, de Ignacio carrión (Rey Lear)

A finales de los años 70, el periodista Ignacio Carrión, por entonces corresponsal de Blanco y Negro en Inglaterra, leyó en The Times un anuncio donde se buscaban interesados en viajar a la India a precio de ganga. Se trataba de recorrer el país en un vagón que era enganchado a los trenes que conectaban las principales ciudades hindúes.

Con su ácido humor y prosa clara y elegante, Carrión escribió aquel viaje en un libro publicado en 1977, que pasó practicamente inadvertido al cerrarse prematuramente la colección donde apareció. En India, vagón 14-24 descubre a la madre Teresa de Calcuta y analiza los contrastes entre la miseria atroz y el lujo de la herencia colonial británica.

El autor observa, analiza y convierte el libro en una aventura con personajes tan reales como la primera ministra Indira Gandhi, a la que entrevista en el capítulo que pone broche al volumen.

· El espejismo de Dios, de Richard Dawkins (Espasa)

Dawkins afirma la irracionalidad de la creencia en Dios y el penoso daño que la religión ha infligido a la sociedad, desde las Cruzadas hasta el 11-S. Con rigor e ingenio examina a Dios en todas sus formas, desde el tirano obsesionado por el sexo del Antiguo Testamento, hasta el benigno relojero celestial favorecido por algunos pensadores de la Ilustración. Disecciona los principales argumentos de la religión y demuestra la suprema improbabilidad de un ser supremo. Muestra cómo la religión alienta las guerras, fomenta el fanatismo y el abuso infantil, apuntalando sus ideas con evidencias históricas y contemporáneas.

Richard Dawkins es titular de la cátedra Charles Simonyi de la facultad de Conocimiento Público de la Ciencia de la Universidad de Oxford, posición que ocupa desde 1995. El Wall Street Journal ha dicho de él que "su pasión está apoyada por una sobrecogedora destreza literaria". El New York Times Book Review le aclama como un escritor que "comprende las situaciones de una forma tan clara que fuerza a que sus lectores también las comprendan".

 

 

03/03/08: Entrevista con Dragó en La Hora de Federico, en Libertad Digital TV

Fuente: libertaddigital.tv

 

 

26/02/08: El libro de Dragó sobre España. Un aldabonazo fundamental, de Javier Ruiz Portella

Fuente: elmanifiesto.com

Y al final lo encontró. A lo largo de todo el libro, va Dragó intentando encontrar algo que le permita salvar, dar sentido, al inmenso amor a España que —desgarrado, despedazado en mil jirones expresados en otros tantas diatribas e invectivas— brota a raudales, como de una herida abierta, caliente aún la sangre, a lo largo y ancho de Y si habla mal de España… es español. Anda el hombre buscando algo a lo que agarrarse, algo que nos dé sentido, que “funde” nuestra identidad. Algo que nos recomponga, que vertebre a esa España a la que odia por lo mucho que la ama. Algo en fin que, como dijo quien diagnosticó nuestra invertebración, constituya “un sugestivo proyecto de vida en común”.

¿En qué podría consistir semejante proyecto, si no tenemos ninguno —o, mejor dicho, si el único proyecto que nos mueve es todo menos sugestivo? Sólo una cosa —producir, consumir, vegetar y morir— mueve a las naciones y a los pueblos en este globalizado mundo nuestro (ese mundo en el que, por lo que a España se refiere, ya “desapareció —leemos— casi todo lo que de casticismo, tradición y diferencia nos quedaba”). El mal —lo reconoce Dragó y lo enfatizo yo— no es sólo español: es global, es de muchos..., pero si en todas partes cuecen habas, las españolas son mucho más ásperas y duras de roer. Lo son en todo caso para nosotros, para los que “amamos a España porque no nos gusta”, porque nos duele.

Lo dijo José Antonio, lo hace suyo Dragó y lo suscribo yo. Yo que he discutido y manifestado públicamente mi desacuerdo con el Dragó que, lanzando gritos de rabia y dolor, llegó a proferir el exabrupto que «ahora —reconoce— no escribiría: “Lamento profundamente haber nacido español”». Yo que se lo he echado en cara…, tengo ahora que rendirme a la evidencia. Así sí, Fernando. Así: reiterando cuantas andanadas quieras y cuantas diatribas merezca este desventurado país nuestro, pero tomando tus distancias con lo que pudiera entenderse como inmisericorde desprecio. Así: haciendo que la búsqueda de algo parecido a una tabla de salvación constituya el contrapunto con el que se entrecruzan, página tras página, tus más justos denuestos.

Se dirigen éstos a un país cuyos males no se limitan, desde luego, a los que comparte con el resto de la modernidad. Quizá por haber combatido a ésta durante siglos (¿qué otra cosa fue, por ejemplo, la Contrarreforma?), quizá —digo yo— por haber acabado subiéndonos deprisa y corriendo al último vagón del último tren de la modernidad; quizá por ello, o por lo que sea, lo cierto es que los males modernos se ven entre nosotros como exacerbados, hinchados hasta la desmesura. Todos los males: desde la fealdad (la del «arte», la del entorno urbano, la de la naturaleza destruida) hasta el individualismo a ultranza, pasando por el «buenismo», el «multiculturalismo» y la apertura a la invasión foránea (¡extraordinarias las páginas que Dragó dedica a la inmigración!: las encontrarán en nuestro resumen), sin olvidar la «religión democrática», el igualitarismo y esta lacra —la «aristofobia», la envidia hacia los mejores, el desprecio de la excelencia— que Ortega designó con el más certero de los apelativos. A estos males se unen los típicamente españoles: desde el separatismo que nos desintegra (pero que tampoco constituye el centro neurálgico del libro) hasta las lacras que su autor combate con el más vitriólico humor: la vulgaridad, los malos modales, el reino de la picaresca, de la chapucería… En una palabra —tal vez la más fulgurante de este libro cuyo estilo, barroco a veces, condensado otras, configura una obra de de altos quilates literarios—: «la España hortera y zapatera».

Pero no, no se hagan ilusiones ni los señores de la gaviota, ni los que ven la tabla de salvación en los valores conservadores que configuran lo que se ha dado en llamar “la derecha social”. Es la izquierda, sin duda, la que recibe en este libro los más fuertes y merecidos varapalos, pero no bastaría en absoluto que el zapaterismo desapareciera de la escena (tampoco bastaría que las ínfulas separatistas se desvanecieran o se vieran derrotadas) para que «este país» quedara vertebrado por lo único que puede vertebrar a cualquier país: un sugestivo proyecto de vida en común. La cosa es mucho más honda, nuestros males —acabo de recordarlos— van mucho más allá de la vieja, estereotipada dicotomía «derecha-izquierda». Nuestros males son de gran calado…, pero al menos algo tenemos (soy yo quien lo apunto) que ningún otro país conoce: una aguda conciencia de ellos, una exacerbada inquietud, como diría aquel chico del reino de Dinamarca, por nuestro «ser o no ser». A nosotros al menos «nos duele España», mientras que a ningún danés, a ningún francés, a ningún finlandés… (y, en cierta medida, sus males son parecidos) les duele Dinamarca, Francia, Finlandia…

Puede ser una gran virtud… o puede ser también un gran mal —otro que sumar a la cuenta. En la medida, en efecto, en que todo esa inquietud se exacerba, se infla, transformándose en un permanente ensimismamiento en torno a nuestro ombligo nacional, el dolor puede acabar convirtiéndose en dolencia, y el problema de España en enfermedad, «porque sólo un enfermo —vuelve a hablar Dragó— puede convertir en problema el hecho de haber nacido en un determinado país».

Ahora bien —y la paradoja es considerable—, todo ello es cierto, sin duda, pero mirando las cosas más de cerca…, ¿a quién le duele en realidad, hoy, España? Salvo por el naufragio que representa el intento secesionista de dos o tres regiones, ¿a quién le importa hoy, en serio, hondamente, nuestro destino colectivo —o, más generalmente, el ser o no ser de algo? A Fernando Sánchez Dragó, por supuesto, y a algunos pocos más. Pero, si nos limitamos a las figuras estelares de nuestras artes, letras y pensamiento, ¿qué otro libro se conoce que, abriendo el tarro de las esencias, se atreva a poner la de España —y no sólo «el problema de los “nacionalismos”»— encima del tapete? ¿Qué otro escritor tiene el arrojo de presentar una «enmienda a la totalidad» y, escarbando hasta la raíz, decir que la cosa está más que torcida, que hemos equivocado el rumbo, que es el país mismo —nuestro ser colectivo como tal— el que anda a la deriva?

Andamos a la deriva. Como advenedizos recién llegados a las orondas tierras de la modernidad, hemos exacerbado hasta la caricatura los peores vicios de ésta. Pero salvo ello y salvo las lacras típicamente hispánicas, nuestra suerte —ya lo dijimos— no es sustancialmente distinta de la de los demás países de nuestro entorno. Y, sin embargo, hay una sola cosa que, ahora sí, nos distingue radicalmente de todos ellos. Hay algo en España, o digamos más ampliamente: hay algo en la Hispanidad que, exceptuando la parte meridional de nuestro vecino del norte, no existe en ningún otro lugar del mundo. Se trata de un desafío, de una provocación, de una afrenta (y como tal la toman —no se equivocan— quienes la combaten con saña). Se trata de esa afrenta que, desde el Domingo de Resurrección hasta mediados de octubre, España…, en fin, una particular categoría de españoles que algún día acabaremos encerrados en algún museo, nos empeñamos en lanzar, domingo tras domingo, al rostro adiposo y frío, eficiente y buenista, útil y práctico de la modernidad. La cosa carece de toda utilidad. No sirve para nada, ni siquiera para divertirse, puesto que ahí se sufre, con el alma en vilo, mientras se palpita, se vibra, se goza, se celebra la vida…, la vida que sólo tiene sentido enlazada, enfrentada a la muerte —esa misma muerte ante la que los hombres de hoy desvían, cobardes, la mirada. ¿De qué se trata?

«—¿La tauromaquia, Dragó? ¿He oído bien?
»—Ha oído usted perfectamente, pero escríbalo, por favor, tal como yo lo he escrito, con mayúscula.
»—¿Se refiere a los toros?
»—Así los llama el pueblo.
»—¿De verdad es ése el único motivo, aparte de la lengua, por el que sigue usted sintiéndose español? ¿Habla en serio o lo dice de coña?
»—Coñón, en efecto, soy, pero hay cosas con las que nunca jugaría, aposentos del alma inviolables, tabernáculos. […]
»—¿Se refiere a lo de la Tauromaquia entendida como sacramento?
»—Sí, a eso aludo.
»—¿Cree de verdad que el país se extinguiría si desapareciesen de él las corridas de toros?
»—El país, no, y la nación, tampoco. Se extinguiría la patria. […]
»—¿Qué sería a sus ojos, en tal caso, España?
»—Un topónimo, una península, un solar baldío, un lugar sin genio, un flatus vocis, un globo deshinchado, un mustio collado, un mito, una leyenda, un bulo, una piel fláccida de toro manso, emasculado, degollado y abierto en canal. […]
»—¿Le parece la Tauromaquia un proyecto sugestivo de vida en común?
»—Eso, justamente, es la afición: hermandad, sentimientos afines, valores compartidos…»

Los toros, ese «sacramento». Los toros, esa «manifestación de algo visible que provoca en quien lo ve (y más aún en quien lo genera) un estado de gracia procedente de lo invisible». Los toros, esa religión terrenal en la que el dios José Tomás se reencarnó el pasado 17 de junio de 2007 en la plaza Monumental de Barcelona. Los toros (y de ellos se habla aquí con un vuelo poético cuya altura creo que no se había alcanzado nunca), «los toros —sentencia Dragó después de haber encontrado lo que andaba buscando— son cuanto nos queda de una patria que lo fue por tener carácter propio y ser diferente a todas».

¡Olé! ¡Gracias, Maestro! Que Dios (nos) reparta suerte.

Javier Ruiz Portella

 

 

20/02/08: Encuentro digital de Dragó con los lectores en elmundo.es

Fuente: elmundo.es

1. Estimado señor Sánchez Dragó, al igual que usted, estoy sumamente enfadada y decepcionada con mis compatriotas (no con mi país). En mi opinión, uno de los grandes problemas es la deficiente educación. En nuestro país no existe la cultura del esfuerzo, sólo hay una verdad que depende del profesor que la defienda y por lo tanto el pensamiento crítico no se fomenta. Creo que deberíamos exigirnos y exigir más porque la educación no daña la salud. ¿Cuál es su receta para mejorar nuestro sistema educativo? Saludos.

Muy sencilla. Declarar vigente el Bachillerato de Don Pedro Sáinz Rodríguez (siete años sin ninguna separación entre ciencias y letras), considerar la gramática la asignatura más importante, porque si no se aprende a leer y a escribir, que es lo que sucede ahora, no se puede aprender nada, y restablecer en las aulas la autoridad, la jerarquía, el respeto, y, por supuesto, el usted.

 

2. Por favor, mójese: ¿quién cree que va a ganar las próximas elecciones, el PSOE o el PP? Yo, por desgracia, estoy convencida de que somos taaan tontos que volverá a salir el PSOE. Gracias

Estoy de acuerdo. De un pueblo como el español cabe esperar el dislate de que voten al peor jefe de Gobierno de la historia del mundo, como lo es Zapatero. Pero cabe alguna esperancilla, ¿no? Yo, al menos, la tengo, aunque con escasa convicción.

 

3. Buenas tardes, Fernando. ¿Cree que las críticas que hace en su libro sólo se puedan aplicar a España? Vivo en Perú y muchas personas están hartas del país por las mismas razones (gente sin educación, la envidia como pecado nacional, etc.), sobre todo de personas vinculadas a grupos de derecha; en todo caso es posible que sea un vestigio de la Conquista. Saludos y gracias por la respuesta.

No. Mi libro es injusto por dos motivos. Uno: porque generaliza. Hay media España que no es como yo la describo, pero, la pobre, está calladita y no se atrave a alzar la voz. Yo sí me he atrevido a hacerlo en su nombre, a decir en voz alta lo que muchos dicen en voz baja, y no me ha sucedido nada. Imítenme, pues, todos. La segunda injusticia es la de atribuir a España males que existen en todas partes. Pero, claro, duele más lo cercano que lo lejano y lo propio que lo jeno. Si en Finlandia, pongo como ejemplo, también se produce el mismo fenómeno de encallanamiento, ahí me las den todas. Pero, tengo la impresión, cuando salgo al extranjero, de que el proceso de deterioro es más rápido en España que en otras partes. Quizá me equivoque y lo de Perú sea aún peor.

 

4. Buenos días, Sr. Sánchez Dragó, aquí un seguidor de su "alternativo" Diario de la Noche, ¿es verdad que va a dejar el programa en los próximos meses como se rumorea?, menos mal que nos quedan sus libros. Enhorabuena por el programa.

No es un rumor. El día 14 de marzo dejaré Diario de la Noche. Tengo ya billete de avión para salir el día 15 rumbo a Mali. Soy guerrero, no señor de la guerra ni político. Cuando conquisto un castillo, en lugar de encastillarme, me largo a conquistar otro castillo. Y si no lo conquisto, paciencia. Es mi condición. Pero seguiré haciendo Las Noches Blancas, que no me atan a la pata de la mesa, y volveré, seguramente en otoño, y siempre en Telemadrid, con otro gran programa. Esté usted seguro de que dará que hablar.

 

5. Buenos días, señor Sánchez. ¿Para presentar las noticias en televisión no sería requisito imprescindible, ya no la imparcialidad, sino, cuando menos, una parcialidad perfectamente camuflada? Hasta luego, señor Sánchez.

Mi Diario es un informativo y un opinativo. La información la doy con rigurosa imparcialidad. Mis comentarios no lo son ni tienen por qué serlos. Yo opino, sí, pero todos pueden hacer y hacen lo mismo. Mis adversarios, también. Con decirle, que quería, incluso, invitar al cabeza de lista del partido antitaurino está dicho todo. La Junta Electoral no me lo permite. Yo soy guerrero y me nutro de la energía de mis adversarios. Sin ellos no soy nada. El torero sólo lo es cuando tiene un toro delante. Fustígueme, por favor. Detesto los elogios. Me crezco en los denuestos.

 

6. Don Fernando, tengo 21 años, y cada vez que le oigo hablar me deleita con el don que tiene usted para decir en brevísimas palabras lo que toda España siente. Mi pregunta es: ¿Qué hace falta para cambiar este país? Me encanta su mordacidad, si no estuviera usted ahí nadie diría nada. Los políticos ni siquiera saben lo que es la democracia. Un abrazo, de un catalán en Madrid.

Lo que usted me pide no se puede responder en unas líneas. Lo hago en mi último libro. El centro de gravedad del problema es la desaparición de los valores éticos y estéticos. Las viejas palabras que, según Antonio Machado, han de volver a sonar. Respeto, decoro, decencia, dignidad, serenidad, coraje, firmeza, voluntad, buena educación, sentido del humor... y eso sólo se conseguirá por medio de la educación. Decirlo es fácil. Hacerlo es difícil. Yo pongo mi granito de arena.

 

7. Hola, Fernando, enhorabuena por tu libro. Me gustaría saber qué opinas de la televisión en España, del hecho de que haya habido tantas ediciones de Gran Hermano, de los programas del corazón, etc. ¿Crees que la gente "ve lo que se le eche" o realmente pide/necesita estos contenidos? Y en el caso de que te inclines por lo segundo, ¿por qué crees que se da esta demanda? Gracias.

La televisión es el maligno. Si por mí fuera, la borraría del mapa. Lo trastorna todo. Yo la hago, pero no la veo. Es más: mi mensaje es 'apague y lea'. O folle. O haga lo que quiera. En cualquier caso, como eso no va a suceder, deberían prohibirse —censura, sí— los programas de telecaca y desposeer de sus derechos civiles a quienes los hacen, a quienes van a ellos y, sobre todo, a quienes los ven. Esa gente no tiene derecho a votar. Son ilotas.

 

8. Hay personas a las que si les dieran un coche y una casa no tendrían nada más por que luchar en sus vidas.¿No cree que hemos perdido las referencias? ¿Por qué está dormida la sociedad? Por ejemplo: nos suben los precios de los alimentos básicos y no protestamos lo suficiente; sin embargo, somos inconformistas para tener un coche más grande, una casa más grande y una nevera más grande que el vecino, ¿por qué, Drago?

La gente cree que la felicidad depende del tamaño de su coche, y el tamaño nunca importa, ni en eso ni en nada. La felicidad depende de lo cualitativo, no de lo cuantitativo. Hemos pasado del mundo del ser al mundo del tener. En vez del tanto eres, tanto vales, el tanto tienes, tanto pesas. En España hay prosperidad, sin embargo, pasa lo que pasa. Un hombre es mucho más que su despensa. Es emoción, es sentimiento, es pensamiento, es virtud y vicio, es verdad, bondad y belleza. O debería serlo. Quien no lo alcanza es sólo mamífero, pero no persona.

 

9. Fernando, le admiro y pienso que son necesarias personas como usted. Pero creo que se pasa en su egocentrismo y más tratándose de un telediario. ¿No cree que puede llegar a aburrir el que en este espacio se hable tanto de usted? Gracias.

No, no lo creo. Al contrario. La audiencia es altísima y su punto más alto son mis largos editoriales, mis turradas iniciales. He recibido miles de correos y, entre ellos, sólo dos me censuraban. Se me contrató para que hiciera un informativo en rigurosa primera persona, como se hacen desde hace mucho tiempo en EE.UU. La única literatura que me interesa es la autobiográfica. Por eso no leo novelas que me cuenten historias de la vecina del quinto. No confunda usted el ego con el yo. Yo soy yo, y ay de mí si no lo fuera, pero le aseguro que carezco de ego. Por otra parte, siendo como soy, no un buen novelista, porque eso sólo lo decidirán el lector y la posteridad, pero sí un buen personaje de novela, ¿por qué no hablar de mí? De todos modos, si yo a usted no le intereso, la solución es fácil: no me escuche.

 

10. ¿No cree que en este país vivimos mucha y variada gente como para que se nos reduzca a unos pocos tópicos (maleducados, envidiosos, sinvergüenzas)? Pienso que la evolución social en democracia, la llegada de personas de otras culturas y, en última instancia, las decisiones individuales están cambiando nuestra forma de ser cada día (en general, creo que para bien). Un saludo. Paco.

A mí la evolución social me importa un pito. Sólo me interesa la espiritual, lo que está dentro de nosotros. Ocúpense de lo exterior otras personas. Creo que el mundo está en constante decadencia desde el siglo VI antes de Cristo. Y, en cualquier caso, tocó definitivamente fondo en 1789. No soy multiculturalista, sino cosmopolita, que es lo contrario. El relativismo multiculturalista es un genocidio cultural contra todas las culturas, porque las disuelve en un gazpacho de ácido sulfúrico. No me interesa que las cosas cambien, sino profundizar en ellas. Fue la primera enseñanza que hace cuarenta años me transmitió la India. El hombre no cambia nunca, pero puede ser más ancho, más profundo, más alto, más intenso y más extenso. Ése es mi ideario.

 

11. Buenos días, ¿qué haces en España? Si tanto sientes ser español dime el motivo por el que te quedas. Escribir un libro metiéndose con los españoles me parece una manera muy fácil de atraer a los lectores. ¿Por qué no haces algo que inicie un cambio en la sociedad por pequeño que sea? ¡Y no me digas que por eso has escrito el libro! Pepote.

Vivo donde me da la gana. En España está mi lengua, están mis hijos y mis amigos, hay corridas de toros y buen vino. Es mi campamento, y por eso, como lo hacen los tuaregs, vuelvo a él. Pero he vivido más de la mitad de mi vida en otros países, sobre todo asiáticos y africanos. El último año he pasado nueve meses en España por culpa de Diario de la noche. Esa aventura ha terminado. El 15 de marzo me voy a Mali, de allí a Senegal, regresaré a España en abril, pasaré unos días en Sevilla y después emprenderé un largo viaje sin fecha de retorno, sin tierra a ser posible, hacia la India, para reunirme con Vicente Ferrer, ayudarle a sacar agua y escribir un libro sobre todo aquello. Quizá ese libro y mis restantes libros contribuyan a modificar algo la sociedad, pero no los escribo para eso. Escribo para vivir, escribo porque es mi forma de respirar. No soy animal social ni solidario, sino solitario. Siempre me he sentido lobo, lagarto, gato, oso y escarabajo. Son mis cinco animales de poder, como dicen los chamanes. Me gusta Soria porque está despoblada. Soy feliz en el desierto. Yo sólo soy yo cuando estoy solo y cuando estoy lejos. El ser humano me parece el peor de los animales depredadores. Algunos de ellos, muy pocos, llegan a construir un alma y se convierten en personas, en seres inmortales. Ésa es su grandeza, ésa es mi apuesta.

 

12. Un abrazo, Fernando. ¿Cómo se puede aspirar a encontrar la iluminación en esta sociedad maldita, víctima del estrés, la superficialidad, las grandes superficies, la televisión, la crispación, etc.? ¿Debemos para ello abandonarlo todo y partir hacia la India o el Tíbet en busca de un maestro que nos enseñe a vivir? Gracias. Antonio.

No confundas la iluminación con la revelación. Ésta viene de fuera y es el gran camelo de las tres religiones del Libro. La iluminación es interior. Puedes encontrarla en la India, en el Tíbet o, incluso, en el infierno de Marina d'Or. Mira hacia dentro. Lo de fuera es maya, ilusión, trampantojo, espejismo.

 

13. ¿Dónde están los sinvergüenzas más grandes en España, Fernando? ¿Entre los políticos, la indecencia es mayor entre los de izquierdas o acaso la inmoralidad profunda que nos rodea reside entre los de derechas? Saludos. Francisco, desde Mérida.

Están diseminados, pero algunos son más dañinos que otros porque tienen más poder. Creo que, en líneas generales, hay menos sinvergüenzas en la derecha que en la izquierda, porque ésta es sólo una impostura que busca el poder y aquélla, mal que bien, conserva un poso de valores éticos y estéticos. La izquierda es el todo vale, el nada importa. Pero, dicho esto, te diré que ser de izquierdas o de derechas, como ya dijese Ortega, es una de las infinitas formas de ser estúpido que tiene a su alcance el ser humano. Pequeño mundo occidental, fruto del dualismo monoteísta. Nunca, nadie, fuera de ese ámbito, en Asia, por ejemplo, me ha hablado de derechas ni de izquierdas. Nunca, nadie, digo. La derecha, por otra parte, es desarrollista, como también lo es la izquierda, y yo creo que lo único que puede salvar el mundo, si es que éste aún puede salvarse, es detener el crecimiento económico. Ser más pobres. Ningún político se atreve a decir eso, ni de derechas ni de izquierdas, porque perdería las elecciones. Todos confunden progreso con desarrollo. Son conceptos incompatibles. Lanzaré una pregunta escandalosa: ¿Necesitamos, para salvarnos, ecodictadores? Ahí queda.

 

14. ¿Y qué ven todos los extranjeros en este país para que sueñen con quedarse a vivir aquí y dejen sus "paraísos civilizados"? No me creo que sea el sol, los precios y la paella.

Pues sí, es el sol (cancerígeno) y las paellas de plástico con mejillones de granja de pollos en batería. Los precios, no, porque España se ha convertido en uno de los países más caros del mundo, más que Italia, por ejemplo, e incluso, más que Japón. Quienes nos visitan son jubilatas del imserso británico, turistas de alpargata sudada y gamberros del Liverpool, por así decir. Estrabón, Hemingway, Orson Welles y Ava Gardner ya no vienen. Venían cuando en España había pueblo, carácter, originalidad, personalidad, vida y filosofía propias. Ahora sólo hay borregos numerados: plebe. Soy duro, lo sé, pero también sincero. Y mi sinceridad me obliga a decir que España, en contra de lo que el triunfalismo de muchos españoles cree, es uno de los peores lugares de la Tierra para vivir. Se vive bien donde las cosas funcionan, donde el pícaro no es un modelo a imitar y donde la gente está bien educada. Todo lo demás lo pone uno. Yo llevo mi juerga allí donde vaya.

 

15. Sr. Dragó, ¿coincide vd. con aquéllos que opinan que es inútil votar a partidos nuevos o minoritarios (UPyD, Ciudadanos, etc.)? Dejando la ideología de éstos a un lado; simplemente por el hecho de que no tienen opciones directas de gobernar.

Sí, por desgracia, coincido esta vez con ellos. Lea mi columna en El Mundo del último martes. Ahí lo explico. Lo urgente ahora, es que no gane Zapatero, y por eso hay que agarrarse al voto útil como a un clavo ardiendo. Votar a la contra. Quizá en el futuro podamos recuperar la libertad de voto. A mí, por ejemplo, me gustaría votar a los antiprohibicionistas, pero ¿para qué?

 

16. ¿Sigues manteniendo la idea de abandonar España si Zapatero vuelve a ganar las elecciones? Gracias.

Juro por Brahma que jamás dije eso. Lo puso en mi boca, bromeando, Antonio Ruiz Vega, editor de la antología de mi obra titulada Libertad, fraternidad, desigualdad. Los periodistas se lo tomaron en serio y ya no hay quien deshaga ese equívoco. Yo me fui de España con Franco, con Suárez, con Calvo Sotelo, con Felipe González, con Aznar, y me iré con Zapatero, o con Rajoy, si gana. Mi agenda, mi calendario y mis desplazamientos no dependen de ningún político. ¡Estaría bueno!

 

17. Como buen aficionado a los toros, ¿qué le parece que el PP haya incluido en su programa electoral la defensa de la Fiesta de los toros? Soy taurino, torista y tomasista.

Yo también soy todo eso, y, además, como dice Javier Villán, tomista. No sobra que el PP defienda los toros, pero tampoco es necesario. Los toros se defienden solos. Carlos IV, por ejemplo, los prohibió, y ahí siguen. Estamos en una nueva Edad de Oro.

 

18. Tu cinismo es insano. Decir que la lengua castellana es mejor que la catalana porque en mi tierra se saluda en singular (Bon dia) es de una mala baba increíble. Sólo quiero que sepas que el problema lo tienes tú. A mí, España me causa indiferencia, a ti mi país te preocupa en el momento que siempre intentas desprestigiarlo.

Jamás he sido cínico. Jamás he dicho que la lengua castellana fuera superior a la catalana. No lo pienso. Careces de sentido del humor. Yo me limité a leer la simpática carta de un espectador en la que hacía una ingeniosa matización lingüística: la de señalar que en castellano se desea los buenos días en plural, mientras que el italiano, el francés, el inglés y, prácticamente todas las lenguas de la tierra lo hacen en singular. Te aconsejo que seas menos sectario y más inteligente. Cataluña existe, y yo jamás he hablado mal de ella ni lo haré, no es ésa mi guerra, pero también existen los demás países y ningún inglés, ni italiano ni francés me ha reprochado la lectura de esa carta, que yo no escribí, sino que con una sonrisa cité. Fíjate en la portada de mi último libro. El toro de Osborne lleva tres banderas clavadas en el lomo. Una es la catalana, otra la vasca y otra rojigualda, la española. Todos los nacionalismos, incluyendo el español, me parecen gilipolleces y, ya que tu escoges el camino del insulto, te diré que tu también me pareces un gilipollas. Pero no te preocupes. Esa enfermedad tiene cura. Espabila y sonríe.

 

19. ¿Es consciente que probablemente quede en la memoria de la gente por sus polémicas paparruchadas que por su obra literaria? Eso debería ser algo que le preocupe a un escritor, ¿no?

A mí no me preocupa nada. Me gusta todo, incluso coger la gripe. Si algo queda de mí, cosa que me trae al fresco, serán mis libros, que son categoría, y no lo anecdótico. ¿Qué se recuerda de Dalí? ¿Su obra o sus paparruchadas, como tu dirías? La excentricidad, que no la paparruchada, es mi forma de ser y de predicar dando trigo. Si analizas esas anécdotas quizá descubras que todas responden a un criterio filosófico y pedagógico. En España se confunde la seriedad con la profundidad. Mi modelo es Diógenes, el filósofo más alto de la Historia, que se masturbaba en público por las calles de Atenas.

 

20. Estimado Fernando, ¿cómo va su proyecto de escuela iniciática?, ¿y el centro de espiritualidad oriental? Enhorabuena por su enésimo éxito editorial. Lo merece. Iván S´lasi.

Va lento. Necesito un dinero que no tengo —yo jamás pido subvenciones— y carezco de capacidad de gestión. Me interesa más vivir, beber, viajar y escribir. No puedo hacerlo todo. Ahora bien: si alguien pone el dinero y el trabajo de gestión...

 

21. Sin duda es un país vacío y hay poca esperanza para que cambie con estos políticos de hoy o de plástico. Como hacer un frente para expulsar tanto ignorante? Como poder lavar la palabra DEMOCRACIA de la boca de tanto charlatán y formar un futuro mejor? Para esta España de tanto demonio.

No soy demócrata. Soy aristócrata. 'Aristo', en griego significa lo mejor, lo excelente, no lo de sangre azul. O sea: soy meritócrata. Tienen que votar sólo los ciudadanos, no los súbditos.

 

22. Hola, Fernando. Hace escasas fechas ojeé el libreto del disco Radical Sonora, de Enrique Bunbury, en el que apareces citado en la sección de agradecimientos. ¿Qué relación mantienes, o mantuviste, con él? ¿Qué opinas de Bunbury, sigues su trayectoria musical? Saludos.

Soy amigo de Bunbury. Lo aprecio y me honra que utilice cosas mías en las letras de sus canciones.

 

23. Mi amigo Patxi, con el que usted y yo nos tomamos un vino tras tomar la plaza de Fernando Sanchez Monreal, lleva ya casi 6 meses viviendo en Hyderabad, India. Esta espantado. Nada funciona allá, los hindúes tienen un odio visceral al hombre blanco, es imposible relacionarse con la gente, todo es sucio... Dice que no quiere volver a escuchar a los turistas románticos que pasan 6 noches allá y se vuelven a su pisito madrileño contando maravillar de aquel país.

Sí, Hyderabad es un horror. Las grandes ciudades lo son casi siempre, en la India y fuera de la India. El infierno está en Bombay (y en otras partes). La India de verdad, la de siempre, la que yo amo, está en el campo. Que tu amigo vaya allí y encontrará lo que busca. Los turistas no se enteran de nada. Los detesto. Fantaseo por las noches con organizar guerrillas que los exterminen. Han destruido cuanto yo amaba.

 

24. Estimado Fernando, en primer lugar felicitarte por tu libro y en general por toda tu trayectoria literaria. Me gustaría hablarte del personaje de Jesús de Nazaret: creo que a lo largo de tu vida ha sido constante tu interés por él y quisiera preguntarte si a día de hoy tienes la absoluta convicción de que existió y de que su vida se ha tergiversado demasiado. ¿Cuál es tú opinión sobre Jesús de Nazaret actualmente? Gracias y un fuerte abrazo.

Me inclino a pensar que no existió, aunque quizá hubo una liviana percha histórica en la que colgaron el capotón del Cristo mitológico. Llegará algún día mi gran libro —lo de grande lo digo por el tamaño— sobre Jesús. Ten paciencia. Han pasado 2.000 años. Qué importan cuatro o cinco más.

 

25. Los españoles, ¿tenemos lo que nos merecemos?

Sí. Pero te aseguro que yo no lo merezco. Quizá tú tampoco. Lo importante en la vida son las excepciones, no las reglas.

 

Despedida

Pues eso: me despido. Adiós, agur, adeu, España. Vuelvo al camino. Si os topáis conmigo en él, ni se os ocurra pedirme un autógrafo. Juro por Dios que yo sólo soy una persona humilde y errante a la que le gusta pasar inadvertida. La popularidad es la mayor catástrofe de mi existencia, pero ya no hay forma de quitársela de encima. Una vez me compré unas gafas de ciego en El Corte Ingés de Sevilla para ver si así no me paraba la gente por la calle, y al salir, un pobre que estaba sentado junto a la puerta me dijo: una limosnita, don Fernando. Tiré las gafas y las pateé. Estoy pensando en hacerme un trasplante de cara. La buscaré guapa. Abrazos a todos y besos lascivos a las jovencitas. Dragó.

 

 

19/02/08: Dragó en Ratones coloraos esta noche y en elmundo.es mañana

Esta noche, a las 22:00h., Fernando Sánchez Dragó concede una entrevista en Ratones coloraos, el programa presentado por Jesús Quintero para Telemadrid y Canal Sur. La entrevista podrá verse en sanchezdrago.com en directo pulsando aquí: Ver Ratones coloraos en directo

Y mañana...

Arremete contra todo y contra todos en Y si habla mal de España… es español (Ed. Planeta), libro que ha escrito desde el enfado más monumental. Está harto de vivir en un país de gente sin educación, donde la envidia es el pecado nacional, cunde la mala leche y los sinvergüenzas campan a sus anchas. Dragó responderá a las preguntas de sus lectores.

Dónde: www.elmundo.es

Cuándo: 20 de febrero a las 12:00h.

 

 

14/02/08: Y si habla mal de España... es español en los primeros puestos de ventas

Coincidiendo con la salida de su tercera edición, Y si habla mal de España… es español sigue vigente en los primeros puestos de ventas de libros en la sección de No Ficción, tal como lo atestiguan las listas de los más vendidos de El Cultural, La Razón, ABCD Las Artes y las Letras y El Corte Inglés, en las que se sitúa en 10º lugar en La Razón, 7º en ABCD Las Artes y las Letras, 4º en El Cultural y 4º, también, en El Corte Inglés.

 

 

13/02/08: Entrevista a Fernando Sánchez Dragó en La Noria

El pasado sábado, 9 de febrero, el programa La Noria, de Telecinco, presentado por Jordi González, contó con la presencia de Fernando Sánchez Dragó. A lo largo de veinte minutos, Dragó conversó con Jordi González, Alfredo Urdaci, Jimmy Giménez Arnau y Enric Sopena sobre su último libro Y si habla mal de España… es español y los asuntos que en él se tratan, tales como la pérdida de valores de la sociedad, la decadencia del mundo de hoy y la perversión de la política, casi sin perder la sonrisa.

 

 

08/02/08: Dragó: «Suma pereza y envidia y te sale España»

Fuente: periodistadigital.com

Audio de la entrevista:

 

Su nuevo libro, último en el que abordará este tema, se incorpora a ese género muy propio de nuestro país que es España como problema. Dragó explica que el español es el único ciudadano del mundo que vive su nacionalidad como complicación.

Esa gran crisis de la duda sobre la propia identidad explica que nace el dos de mayo de 1808, día en el que el corazón de España se rompió.

En España se estila la aristofobia, el odio a lo mejor a la excelencia. Pretender que todos seamos iguales.

En Y si habla mal de España… es español (Ed. Planeta), Fernando Sánchez Dragó aborda uno de los clásicos de nuestro país: el pecado capital de la envidia que deriva en otro aspecto genuino, que es la mala leche.

En el libro además, este hombre, que se define como Nadie y Liberal, distingue entre patria y nación. Ésta dice no interesarle por ser un mero concepto administrativo. La patria, en cambio, toca el sentimiento y la emoción de pertenencia a una tierra y a un grupo de personas.

A quien Dragó aguijonea especialmente en las páginas de su obra es a los políticos. Dice que tenemos la segunda peor clase política del mundo, detrás de los italianos.

A los políticos no les pido que solucionen problemas, sólo que no creen más de los que ya hay. Pero a éstos les conviene que haya problemas o que creamos que los hay porque es la única forma de justificar el sueldo que les pagamos.

Sobre las distintas opciones políticas, Fernando Sánchez Dragó no es muy optimista.

Pero el escaso entusiasmo que me suscita Rajoy, frente a Zapatero… Además de ser el peor presidente que hemos tenido, la Historia le pedirá cuentas por reabrir el espíritu de la Guerra Civil que estaba debidamente enterrado desde la Transición.


 

 

06/02/08: Dragó contesta a sus lectores en el encuentro digital de elpais.com

Bea

1. 06/02/2008 - 12:00h.

Hola, Fernando, enhorabuena por tu vida y por tu trayectoria, de lo más coherente. Leí Eldorado cuando tenía quince años y me encantó. Me gustaría saber cuántas horas dedicas al día a escribir, si eres muy disciplinado en tu jornada laboral y cómo combates la pereza, si es que se presenta. Un abrazo enorme.

El único premio que merezco de verdad es la Medalla del Mérito al Trabajo. Durante toda mi vida he trabajado 14 horas diarias durante 365 días al año. Es lógico, porque mi trabajo es vocacional y, por lo tanto, no es deber, sino placer. Soy muy disciplinado. Sin la voluntad, las demás virtudes que un hombre pueda tener no sirven para nada. Los dos pecados capitales de los españoles son la envidia y la pereza. Yo no tengo ninguno de los dos. El mío es la lujuria.

Lorigaxxx

2. 06/02/2008 - 12:04h.

Un saludo, Señor Dragó. Me gustaría saber su opinión sobre el nivel de la literatura actual. ¿Quiénes son los nombres a los que debemos prestar especial atención? Gracias.

No se escriben buenas novelas. Sí, en cambio, excelente poesía, ensayo, reportajes, literatura autobiográfica... De todas maneras, no mencionaré nombres, porque mis juicios son muy severos y no me gusta amargarle el desayuno a nadie. Sólo hablo mal en público de escritores muertos o extranjeros. Hay una excepción, un escritor español muy conocido, con el que me las tengo muy tiesas, y él conmigo, pero como quiero hacer las paces con todo el mundo antes de morir, incluso con él, tampoco voy a citar su nombre.



J. Cubo

3. 06/02/2008 - 12:09h.

Estimado D. Fernando, dado el actual estado de los valores que rigen la sociedad donde el relativismo y la adoración de lo puramente material se han convertido en la guía a seguir por las personas, ¿cómo cree que se puede volver a los valores tradicionales basados fundamentalmente en el humanismo?; y por otra parte, ¿cómo ve la implicación de la Iglesia en la vida pública como referente moral?

A lo primero: hay una vieja receta que ya formuló Joaquín Costa: "Despensa y escuela". La despensa está ahora bien abastecida. La escuela, en cambio, da pena: la universidad se ha convertido en una fábrica de asnos, y la enseñanza primaria y secundaria, ni le cuento. Ahora bien: esto es muy fácil de decir y muy difícil de hacer. ¿Cómo se articula en una sociedad multiculturalista, de casi 50 millones de personas un sistema educativo que apueste por la excelencia y no por el rasero de la mediocridad? Lo veo difícil. Iremos a peor. Los políticos siempre si superan a sí mismos. En cuanto a lo segundo, yo, que soy pagano y nada cristiano, opino, sin embargo, que algunos de los viejos valores que deberíamos recuperar han pedido asilo político en el seno de la Iglesia, y eso está bien. Por otra parte, cualquier persona o grupo de personas que se crean amenazadas o respaldadas por un líder o por un partido, pueden salir en defensa de sus intereses. Los obispos, si piden que no se vote a un determinado partido, esté yo de acuerdo o no con esa opinión, tienen tanto derecho a hacerlo como la peña taurina de mi pueblo, pongamos por ejemplo. No me parece cierto que sólo deban opinar en cuestiones de moral, porque si se es cristiano, y yo le reitero que no lo soy, serlo es algo que no se limita a ir a misa los domingos, sino que concierne a las 24 horas del día.

diego_vlc

4. 06/02/2008 - 12:12h.

¿Se está acercando España al modelo norteamericano en cuanto a celebridades?

Si por celebridades alude usted a la telecracia, pues sí, desgraciadamente nos estamos precipitando en el abismo de ese famoseo de personas cuya única profesión consiste en eso, en ser famosos, sin haber hecho nada para merecerlo o, incluso, habiendo incurrido en delitos como los de El Solitario o las personas que asesinan o maltratan a sus cónyuges. Ahora la gente, con tal de salir en la tele, está dispuesta a asesinar a su vecino. Yo soy liberal, libertino y libertario, pero a pesar de eso, creo que debería prohibirse informar sobre malos tratos y sobre terrorismo. Éste, entonces, desaparecería, porque el terrorista sólo busca publicidad para sus fechorías. Y los otros, se reducirían. No demos ideas a los malhechores.

led

5. 06/02/2008 - 12:14h.

¿Cree usted que existe en la "derecha española" un liberalismo que no sea exclusivamente económico?

La derecha española es, en mayor medida que la izquierda, un gazpacho en el que sobrenadan tendencias muy diferentes, algunas de ellas abiertamente izquierdistas, como lo es el intervencionismo y la socialdemocracia. Hay algunos liberales de verdad, de los de las Cortes de Cádiz, como yo lo soy, pero no abundan. La verdad es que no se sabe muy bien qué es aquí la derecha. Federico Jiménez Losantos, que seguramente no será santo de su devoción, pero que es viejo amigo mío, al que estimo mucho, tiene razón cuando acusa de maricomplejines a Rajoy y a los suyos.

Toru Watanabe

6. 06/02/2008 - 12:17h.

Sr. Dragó: ¿Cuánto tiempo cree usted que le queda a España tal y como está? Como curiosidad, y al margen de la política, me gustaría preguntarle qué opinión le merece la literatura de Haruki Murakami. Muchas gracias y un cordial saludo.

Seré catastrofista. España está en coma y, lo que es peor, el mundo, también. Yo suelo decir que ya se ha terminado, sin que la gente se dé cuenta, porque creen que el fin del mundo es eso, un telón que cae, y no un proceso de deterioro espiritual, cultural, social, biológico y ambiental ya irreversible. Los tiempos están cambiando, sí, y no precisamente para mejor. En cualquier caso, el eje de la historia universal ha pasado ahora al Pacífico. El Mediterráneo y el Atlántico son cosas del pasado. Europa y España, a la vuelta de 20 años, serán tercer mundo. ¿Murakami?, un buen escritor, sensible, sugestivo, pero no un genio.

Tomás

7. 06/02/2008 - 12:20h.

Siempre te escuchado hablar de Soria como una referencia en tu vida. ¿Qué encuentras en esa provincia y qué lugares podrías recomendar? Gracias.

Llegué a Soria a los 8 años de edad, porque mi padrastro era de allí, y caí fascinado. Sería muy largo explicar por qué. Te diré solo una cosa: el índice de población es allí inferior al del desierto de Gobi, lo que significa que los seres humanos, esos depredadores, no han sido tan eficaces en su tarea de destrucción de la naturaleza como en otras partes. Eso sí: los sorianos están en ello. También Soria va a peor. Yo he abandonado la capital, que ya me parece Manhattan, está llena de coches y de gente, y me he ido a vivir a un pueblo de 8 habitantes. No lo visites, por favor. Aumentaría vertiginosamente el índice demográfico. ¿Un lugar?, ve, por ejemplo, a Rello.



Alberto Pérez

8. 06/02/2008 - 12:22h.

Hola, Fernando. ¿Crees que hay mucha diferencia entre el pueblo de Madrid de 1808 y el del 2008, qué ha cambiado en 200 años? Un saludo.

El pueblo de Madrid y el español fueron capaces de gritar ¡viva la Pepa! (es decir: la Constitución de Cádiz) en 1812 y a vuelta de correo se pusieron a gritar ¡vivan las caenas!, o sea, el absolutismo. Cosas de esas dos Españas que coexisten en el corazón de cada español y que nos conducen a continuas guerras civiles. Seguimos en ellas: es la famosa crispación.



Pregunta a un hombre mas viejo que yo

9. 06/02/2008 - 12:24h.

Si el carácter es el destino de la persona, ¿qué habría uno que hacer para para cambiar el carácter?, ¿es cuestión de eliminar los miedos que limitan la capacidad de uno?

El carácter no cambia nunca. Lo importante es conocerlo —conocerse a sí mismo— para poder vivir en paz, con autoestima, aprendiendo así a estimar al prójimo. Se trata sólo de llegar a ser el que eres, y para eso hace falta saber quién eres. No es fácil, pero es posible. En cuanto al miedo, eliminarlo es muy fácil. Haz lo que temes, y el temor desaparecerá. Te lo aseguro: mano de santo.

HM

10. 06/02/2008 - 12:25h.

¿Cuál es el último "gran" libro que ha leído?

Leo un libro y medio al día, así que podría citar muchos títulos... Escojamos, al azar, uno: la relectura de los Momentos estelares de la humanidad, de Stefan Zweig, editado por El Acantilado.



Conistorsis

11. 06/02/2008 - 12:26h.

Díganos algo bueno de España. Algunas virtudes tendremos, ¿no?

Muchas, pero el problema es que, en estos momentos, la España que se ve, la España que aparece en la televisión, la España con la que uno se encuentra por las calles, en las cafeterías, en las playas y por doquier es la otra: la de mala entraña, la chabacana, la de la mala leche... la España buena está acoquinadita y en las catacumbas. No se atreve a decir ni pío porque tiene miedo a los inquisidores de la corrección política, que es la nueva Inquisición. Te diré una sola virtud, muy importante: los españoles admiran el valor, quizá —ahora viene la de arena— porque la mayor parte de ellos son un hatajo de cobardes.



diego_vlc

12. 06/02/2008 - 12:27h.

Según su postura en España faltan valores, ¿en qué país actual sí que tienen asimilados estos valores que faltan aquí?

El mundo va casi tan mal como España, pero aquí el proceso es más rápido y, en cualquier caso, más doloroso para mí, porque duele más lo propio que lo ajeno. El mejor país del mundo es Japón, porque es la tierra en la que hay menos sinvergüenzas y pícaros (es lo mismo) por metro cuadrado. Japón es un pueblo sin plebe. Todo el mundo está allí bien educado. España, ahora, es plebe sin pueblo. No siempre fue así.

 

vicente márquez

13. 06/02/2008 - 12:29h.

Apreciado Fernando: dame una explicación breve de la parte de culpa que puedan tener los políticos en el relativismo que a mi parecer nos invade (el pasotismo no me sirve como argumento). Gracias y un abrazo

Los políticos tienen muchísima culpa. Creo que la clase política española es una de las peores del mundo, superadas sólo por la italiana. ¡Menuda tropa! Ahora bien: la culpa última es de los españoles, que son quienes los eligen pudiendo no hacerlo. Lo peor de la telebasura, por ejemplo, siendo malo, no es que haya periodistas desaprensivos dispuestos a hacerla o comadres desgreñadas que se insulten en público, sino que 30 millones de españoles la sigan 4 horas al día. Ahí duele.



Pablo Muñiz (Asturias)

14. 06/02/2008 - 12:32h.

Buenos días, señor Dragó: Soy universitario y estoy totalmente de acuerdo con usted en cuanto al rasero de la mediocridad y los asnos. Pero, por favor, dígame si hay una solucion (sé que la clase política no la quiere) que haga que el desarrollo de las capacidades sea lo mas importante. Me encanta oirle hablar. P.D. A veces yo tambien reniego de haber nacido español. Ja, ja. Pero no siempre

Una muy sencilla, pero que usted, seguramente, si es mucho más joven que yo, no entenderá. Bastaría con volver al viejo bachillerato de Don Pedro Sáinz Rodríguez, que es el que yo estudié. Siete años, no había separación entre ciencias y letras y el prestigio de los centros dependía del número de suspensos y no de aprobados, como se hace ahora. Yo estudié 7 años de Latín, 4 de Filosofía, uno de Preceptiva Literaria, 3 de Historia de la Literatura, 2 de Ciencias Naturales, 2 de Griego y un larguísimo etcétera. Cuando llegué a la Universidad ya me lo sabía todo de corrido. En cada aula había un pequeño armario con doscientos o trescientos libros a disposición de los alumnos. ¿Qué pasa, que nosotros somos unos genios y los chicos de ahora son unos gilipollas? No, son los mismos. Si les enseñamos, aprenderán.

Jesús

15. 06/02/2008 - 12:36h.

Estimado Fernando, ¿cree usted que la falta de valores de la sociedad actual es más acuciante en España que en otros países de Europa o EE.UU.? y que opinió le merece la religión islamica

A lo primero, sí, aunque el resto del mundo no nos va demasiado a la zaga. La decadencia es universal, al menos en lo que llamamos Occidente. El islam es también Occidente: religión del Libro. Ahí, en el monoteísmo, está la frontera. El problema islámico procede del hecho de que Mahoma llegó seis siglos después de Jesús y no han tenido tiempo para recorrer el camino que nosotros hemos recorrido: el Renacimiento, la Ilustración, la Revolución Americana... hay que darles tiempo, porque esas cosas no se improvisan, pero hoy por hoy democracia e islam son términos incompatibles. La única experiencia democrática llevada a cabo en un país islámico es la turca, que ha sido tutelada a toque de corneta por los militares de Ataturk. Y ahora, poco a poco, retrocede. Sería un desastre que Turquía entrara en Europa.

Fritanga

16. 06/02/2008 - 12:37h.

¿Ha pensado usted en llegar a un acuerdo con TVE para comercializar sus programas más memorables de Negro sobre blanco que muchos no vimos?

Sí, lo intenté, pero los trámites burocráticos eran tan enojosos que me desentendí de la idea. Yo nunca hago colas o pasillos ni relleno formularios. La burocracia paraliza España.

 

Cricrí

17. 06/02/2008 - 12:37h.

¿Qué opina de las declaraciones de los obispos?

Lea usted mi columna Con la izquierda hemos topado. Se publicó en la segunda página de El Mundo ayer, martes.

Admirador.

18. 06/02/2008 - 12:40h.

Señor Dragó, ¿le teme a la muerte? Sepa usted que, en realidad, usted nunca morirá. Un admirador.

No, no le temo a la muerte. Al contrario: es mi amiga, la llevo por compañera, tengo —palabra— un ataúd en mi despacho y a veces me meto en él para meditar. Extravagancia de escritor, bien lo sé, pero, si lee usted mi libro Kokoro. A vida o muerte entenderá por qué digo todo esto. España, por otra parte, es el único pueblo, en el que tanto los legionarios de Franco como los defensores del Madrid de la República gritaban ¡viva la muerte! Curiosa exclamación. Eso sí: no tengo prisa en morirme, pero cuando llegue el momento, miraré a la muerte cara a cara, con los ojos bien abiertos, con toda la lucidez que esté a mi alcance y con inmensa curiosidad. A ver qué pasa.



Edu

19. 06/02/2008 - 12:43h.

Hola, Dragó: muchas veces dices que si la cosa va mal en España, vas a poner pies en polvorosa, que no te va a pillar aquí ni loco. ¿Cuándo sería para ti ese momento de poner tierra de por medio? ¿Por qué razón llegarías a hacer una escapada a tiempo? Gracias

Bueno, en realidad, me estoy marchando siempre. Más de media vida la he vivido en el extranjero. Ahora, el 15 de marzo, pocas horas después de despedirme para siempre de los espectadores de Diario de la Noche, me voy a Mali y a Senegal, donde viví dos años y escribí buena parte de Gárgoris y Habidis. A renglón seguido me iré con un Hummer, si lo consigo, y Naoko, mi mujer, siguiendo la ruta del islam (Turquía, Irán, Pakistán, acaso Afganistán) hasta la India, donde me reuniré con Vicente Ferrer, abriré pozos y escribiré un libro en el que relate esa experiencia. Ahora bien: volveré de vez en cuando. Siempre lo hago. Castilfrío, las tapas, los toros, los amigos, la familia... y la lengua, que es mi patria.



Cristina

20. 06/02/2008 - 12:44h.

Hola, Fernando: ¿antes de qué edad puede ser peligroso volverse un ácrata y un nihilista? Gracias. Un saludo.

Eso es saludable a cualquier edad. Yo, aunque quizá no lo creas, lo he sido siempre. Nací así: lobo, gato, oso, escarabajo, lagarto... Son los animales que llevo dentro. Mi grito de guerra es: salud, anarquía y cada noche una tía.

 

Jaime Aguiló

21. 06/02/2008 - 12:46h.

Señor Dragó, permítame una pregunta inocente. ¿Por qué los políticos gobernantes hacen reformas educativas a la baja? ¿Realmente no saben que la exigencia también debe estar en el alumno? A mí me cuesta creer que mis gobernantes quieran hacer de las generaciones futuras un rebaño manso, controlable y producente. Pero es lo que veo.

A los políticos, a todos, les encanta que la gente no piense, porque un rebaño es más fácil de gobernar cuantas menos ovejas negras haya en él. La educación, el arte, el pensamiento, exigen jerarquía, y eso casa mal con la corrección política de los chiquilicuatres pseudodemocráticos que nos gobiernan. Pero ya decía Machado: “ni gobierno que perdure, ni mal que cien años dure”. Ellos pasarán. Nosotros sobreviviremos. El espíritu es indestructible.



Núria

22. 06/02/2008 - 12:48h.

¿Qué es para usted España? ¿Qué virtudes y pecados tiene España?

¡Caramba! Acabo de escribir un libro de 400 páginas —Y si habla mal de España, es español— para explicarlo. Ese libro cierra el ciclo iniciado con los 4 volúmenes de mi Historia mágica de España y con mi novelón Muertes paralelas. España Mágica, España Trágica, España Hortera. No sea usted perezosa. Lea, mis libros y los de otros. No pretenda asimilar la filosofía ajena en píldoras de efecto instantáneo.



Jesús

23. 06/02/2008 - 12:51h.

Fernando, soy un gran admirador de tu persona y tu trabajo, y sobre todo de tu gran independencia y objetividad fruto de la sabiduría y estudio que mucha gente no quiere o no sabe reconocer. Mi pregunta: ¿No crees que parte de la culpa de la decadencia y de la falta de valores de la sociedad española es de nuestros políticos que dedican mucho tiempo al estado de las autonomías y poco al estado de la educación y de la cultura?

Mi último libro responde con vehemencia y profusión a esa pregunta. La he respondido también, grosso modo, en el curso de este chateo. Perdona que no sea más explícito. Efectivamente, los políticos, que nunca resuelven problemas, a menudo los crean, y eso es ya el colmo. El de los estatutos, por ejemplo. Nadie los reclamaba, como lo ha demostrado la bajísima participación en los referendos de Cataluña y Andalucía, pero a los políticos les venía bien para atizar su recíproca crispación, su electoralismo y su insaciable sed de poder. Que los zurzan.

Mensaje de despedida

Amigos míos: os confieso que estoy un poco decepcionado. Todos, sin una sola excepción, habéis sido extraordinariamente cordiales y amistosos. Esperaba otra cosa. No voy a decir que los dulces me amarguen, pero sí añadiré que soy guerrero, que me crezco en el castigo y que me parecen más estimulantes las críticas negativas, aunque respetuosas, que los elogios. Estos me incomodan un poco —soy tímido—, y, además, no me añaden nada, porque tengo buena opinión de mí mismo. Los ataques, en cambio, me obligan a pensar, a reaccionar, a abrir nuevos caminos, a replantearme las cosas... Son muy útiles. Un torero sin toro no es nada, un guerrero sin adversarios tampoco lo es. Me nutro de los enemigos. Cela, al comienzo de su Familia de Pascual Duarte, agradecía a los suyos, a sus enemigos, no a los míos, claro, lo mucho que le habían ayudado. Yo también siento inmensa gratitud a quienes me ponen verde. Os agradezco de todas maneras la gentileza. Me habéis preguntado bastantes cosas que me han permitido explayarme sobre asuntos que considero de interés, y habéis demostrado conocer bastante bien mis libros y lo que, para bien o para mal, soy. ¿Un consejo final? Ya lo he dado, y es el último que figura en mi libro El sendero de la mano izquierda en el que hay otros 180 consejos explicados: llega a ser el que eres, no te busques fuera de ti. Un abrazo a todos.

 

 

05/02/08: Encuentro digital con Sánchez Dragó mañana en elpais.com

El conocido escritor charlará con los lectores sobre su último libro, Y si habla mal de España...es español, en el que arremete contra todo y contra todos, porque está harto de España. Sostiene Dragó que este país ha pasado en pocos años de la España Mágica a la España Hortera, en el que los pícaros y ladrones se convierten en estrellas de televisión y la honradez se ha convertido en un defecto. Frente a ello, el escritor pide un rearme de valores.

Dónde: www.elpais.com

Cuándo: Miércoles, 6 de febrero, de 12:00h. a 13:00h.

 

 

01/02/08: El Club Liberal 1812 concede el Premio Libertad a Sánchez Dragó

El Club Liberal 1812, en reunión celebrada el pasado mes de diciembre, acordó, por unanimidad, conceder el Premio Libertad, por su meritoria trayectoria en la promoción del liberalismo, a don Fernando Sánchez Dragó.

El acto de entrega de este premio, junto con el Premio 1812, que este año se otorga a Bernardo Rabassa Asenjo, presidente del Club Liberal Español, tendrá lugar en Cádiz, el próximo 4 de abril, y está previsto que ambos premios sean entregados por los premiados en la edición anterior: Antonio Fontán (Premio Libertad) y Rodrigo Rato (Premio 1812).

Asimismo, el club asociado, el Club Liberal Español, entregará en el mismo acto el Premio Internacional Friedrich August von Hayek (1899-1992) 2007 a Pedro Schwartz Girón, que será entregado por la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

 

 

30/01/08: Agotada la primera edición de Y si habla mal de España... es español

Superando las expectativas más optimistas, en sólo cinco días se ha agotado la primera edición de Y si habla mal de España... es español, el último libro de Fernando Sánchez Dragó. Ya a la venta la segunda edición.

Esta obra, largamente meditada y trabajada, cierra un ciclo. El hombre que se adentró en los misterios de la España Mágica con Gárgoris y Habidis y descendió a los infiernos de la España Trágica —la de la guerra civil— en Muertes paralelas arremete ahora contra la España de hoy, náufraga y hortera, estúpida, maltrecha, maleducada, desnortada, despojada de valores y devastada por la envidia y la mala leche, por el materialismo y el relativismo, por el todo vale, por el nada importa, por la telebasura, la sinvergonzonería, el mal gusto, la agresividad, la ramplonería de los políticos, la censura impuesta por el credo inquisitorial de la corrección política, la santificación de la picaresca, la glorificación de la chapuza y la demoníaca resurrección de todos los fantasmas de un país que una y otra vez, a lo largo de su historia, se obstina en negarse a sí mismo. Dragó, como tantos otros españoles que, sin duda, se reconocerán en este libro, está harto de esa España, que no es la suya ni la que en otras etapas de su vida conoció, y bufa, patalea, grita, insulta, ataca, llora, se revuelve, escarba, compara, analiza, critica, reflexiona y convierte las razones de su razón y las sinrazones del país en sentimiento dolorido, indignado, emocionado y, a la postre, esperanzado. Escribe a contraespaña, sí, pero es precisamente en la esgrima de esa refriega, en el estallido de su bronco y monumental enfado, donde el autor recupera, por transversas y sorprendentes vías, el genius loci, escucha la voz de la tierra, tiende la mano a su gente y se reconcilia, hasta cierto punto, con el país en el que vino al mundo. Esta obra —a la vez libelo y flagelo— es un hachazo, un latigazo, un aldabonazo: Dragó. El lector, como siempre, lo amará o lo odiará, pero no saldrá ileso de tan brava lucha con el ángel y el diablo de Iberia.

 

 

24/01/08: Comida de presentación de Y si habla mal de España... es español para la prensa

Fuente: El Mundo

¿Quién dijo que «el problema de España» estaba enterrado? Si acaso, está mal enterrado. «El problema de España» no sólo ha ocupado y preocupado a algunas de las mejores mentes de cada generación, sino que, a fuer de españoles, lo ha hecho en parejas irreconciliables: Unamuno y Ortega, Américo Castro y Sánchez Albornoz, Laín Entralgo y Calvo Serer, y, si nos apuran, hasta Savater y Jiménez Losantos, allá por 1980. Eso, si es que don Rodrigo no se lo planteó cuando en la octava batalla sus enemigos vencían y él se alejaba, maltrecho, del Guadalete.

El último en darle una vuelta de tuerca a ese debate es Fernando Sánchez Dragó, sólo que éste no parece tener pareja antagonista; no sólo porque Sánchez Dragó es simpar, sino porque, ay, el susodicho debate no parece interesar mucho a las masas. Pero en ese desinterés puede verse, paradójicamente, una muestra del carácter del español actual.

Dragó acaba de publicar Y si habla mal de España... es español (Planeta), libro que, como suyo, es arrebatado y exagerado y parte de una premisa que es también una conclusión: «Puesto que despotrico tanto contra España, debo de ser más español que nadie». De nuevo una paradoja, pero sólo aparente. Porque, además de decirlo Bartrina, autor del verso que da título al libro, de paradojas sabía lo suyo Unamuno, una de las sombras tutelares del libro de Dragó.

Lo que a éste le indigna de la España actual casi no necesita explicación: la horterez, la cobardía, la envidia, la falta de educación, el aborregamiento, el cainismo, el odio a la excelencia, la falta de sentido del humor. Lo que le gusta y le mantiene, todavía, dentro de las bardas del corral hispano, es también fácil de decir y más breve: el idioma y los toros.

Lo del idioma, parece claro tratándose de un escritor («Yo no he llamado patria más que a ti y al idioma», escribió el heterónimo de Félix Grande, Horacio Martín). En cuanto a los toros, explica Dragó, «son el ámbito en el que se mantienen los mejores valores que han desaparecido de la sociedad: la valentía, el respeto, la educación, la firmeza, el orden, la serenidad, el cumplimiento del deber».

«Los toros», dice el escritor, «son un fenómeno extraordinario, un sacramento que, si no existiera, sería impensable que, ahora, pudiera imponerse». En el libro, Dragó se despacha a gusto, y en la presentación hace lo propio. El acto está lleno de periodistas, pero hay titulares para todos. Por ejemplo: «España es plebe sin pueblo». «Los políticos no son necesarios, pero ellos nos convencen de que los necesitamos para resolver los problemas que, sin ellos, no existirían». «Los españoles son mis compatriotas, pero no mis semejantes». «No puedo entender el nacionalismo, es una aberración que supera mis fuerzas». «Europa es patética, Occidente está en decadencia absoluta».

Alguien le pregunta que, si España fuera una puta, quién sería su chulo. Dragó, faltaría más, entra al trapo: «España es una puta con muchos chulos, que son los políticos; sólo en Italia hay más chulos en la clase política». Es él, es Dragó, no cabe duda.

Por si hiciera falta aclararlo, dice que se trata de un libro «agrio, insultante, antipático». Nació, y quizá eso lo explique en parte, del «cabreo monumental» que se cogió cuando investigó en la España trágica para escribir la novela Muertes paralelas, que dedicó al asesinato de su padre en 1936.

España mágica, España trágica, España hortera. Recuerda que, cuando España entró en la Unión Europea, él solicitó el estatuto de apátrida. Ahora amaga con exiliarse si las cosas no mejoran. Pero quizá le ocurra lo que al poeta (¿Espríu?), que soñaba con irse a un país mejor, pero comprobaba que había anudado su destino a esta triste, desgraciada patria. «Lo que queda de España» quizá sea poco, pero baste para retenerle.


Aquí pueden disfrutar, en exclusiva, los vídeos de la presentación íntegra de Y si habla mal de España... es español:

 

 

22/01/08: Hoy sale a la venta Y si habla mal de España... es español

Contraportada inédita de Y si habla mal de España... es español:

Esta obra, largamente meditada y trabajada, cierra un ciclo. El hombre que se adentró en los misterios de la España Mágica con Gárgoris y Habidis y descendió a los infiernos de la España Trágica —la de la guerra civil— en Muertes paralelas arremete ahora contra la España de hoy, náufraga y hortera, estúpida, maltrecha, maleducada, desnortada, despojada de valores y devastada por la envidia y la mala leche, por el materialismo y el relativismo, por el todo vale, por el nada importa, por la telebasura, la sinvergonzonería, el mal gusto, la agresividad, la ramplonería de los políticos, la censura impuesta por el credo inquisitorial de la corrección política, la santificación de la picaresca, la glorificación de la chapuza y la demoníaca resurrección de todos los fantasmas de un país que una y otra vez, a lo largo de su historia, se obstina en negarse a sí mismo. Dragó, como tantos otros españoles que, sin duda, se reconocerán en este libro, está harto de esa España, que no es la suya ni la que en otras etapas de su vida conoció, y bufa, patalea, grita, insulta, ataca, llora, se revuelve, escarba, compara, analiza, critica, reflexiona y convierte las razones de su razón y las sinrazones del país en sentimiento dolorido, indignado, emocionado y, a la postre, esperanzado. Escribe a contraespaña, sí, pero es precisamente en la esgrima de esa refriega, en el estallido de su bronco y monumental enfado, donde el autor recupera, por transversas y sorprendentes vías, el genius loci, escucha la voz de la tierra, tiende la mano a su gente y se reconcilia, hasta cierto punto, con el país en el que vino al mundo. Esta obra —a la vez libelo y flagelo— es un hachazo, un latigazo, un aldabonazo: Dragó. El lector, como siempre, lo amará o lo odiará, pero no saldrá ileso de tan brava lucha con el ángel y el diablo de Iberia.

 

Extractos del libro:

Lo malo —lo peor— de España es que no hay forma de que pase inadvertida. No cabe ignorarla. Se mete por las pupilas, atruena los tímpanos, hiere la sensibilidad, ofende la inteligencia. Su personalidad, qué duda cabe, es acusada. Quien llega a ella, indígena o forastero que sea, no puede mirar hacia otra parte. El país lo absorbe, lo implica, lo complica, lo incorpora a su metabolismo.

Yo lo hago a menudo. Llegar, digo. Mi patria es inconfundible. No hay en la tierra ningún otro lugar semejante. Piso su suelo y, en el acto, todo me dice dónde estoy. Es, para mí, una sensación sumamente desagradable. Siempre me entran ganas de girar sobre mis talones para emprender abierta fuga o, cuando menos, prudente retirada.

Pongamos que vengo de Japón o de la India y que llego, reventado por los controles de los puntos de embarque, las sevicias de la aeronáutica y el desbarajuste del jet lag, al aeropuerto de Barajas. Todo, en él y a partir de él, empieza a ir mal. La lógica se interrumpe. Los dislates se suceden. Nada funciona como es debido. El hombre se torna alimaña para su prójimo. La agresión sustituye a la cortesía.

[…]

Larga cola para enseñar el pasaporte a un policía displicente. Hay seis o más cabinas disponibles, pero sólo dos de ellas están ocupadas. Los titulares de las otras andarán de racaneo por la cafetería o la comisaría. Un pitillito, una cervecita.

«Ya estoy en España», me digo.

Supero el trámite, dejo atrás las ventanillas melladas y busco —jadeante, derrengado, esperanzado— un carrito en el que depositar y transportar el pesadísimo equipaje de mano. Tengo que recorrer más de cien metros para llegar a ellos. Lo que importa es joder.

[…]

Me dirijo, con apremio de la fisiología que no es menester especificar, hacia los retretes más cercanos. Una fregona cruzada en la puerta me impide el paso. Las señoras de la limpieza andan, al parecer, por entre los urinarios y el pudor las constriñe a convertir éstos, manu militari, en territorio off limits. En ningún otro lugar del mundo sucede eso. Dale vara de mando a un español, aunque sea el palo de la escoba, y la utilizará para brear al prójimo.

[…]

La cinta transportadora, entre tanto, sigue inmóvil. Tardará, lo sé, alrededor de tres cuartos de hora en dar señales de vida. Será no sólo larga la espera, como dije, sino también angustiosa, pues a nadie entre los presentes se le oculta la evidencia estadística de que en los aeropuertos españoles se pierden las maletas que es un primor.

[…]

¡Listo! Ya se pone la cinta en movimiento, ya aparecen —milagro— mis maletas, ya cruzo la aduana por su conducto verde, ya alcanzo la salida al exterior, ya —exhausto— me encamino hacia la parada de los taxis y, una vez en ella...

Perdón. Es un decir. En ella, lo que se dice en ella, aún no, porque una cola interminable, caótica, arracimada, difusa y vociferante me cierra el paso cuando todavía falta largo trecho para pisar la meta. Y su línea, la de la cola, por si todo lo expuesto fuese poco, carece de continuidad, es un Guadiana, se interrumpe, se reanuda, vuelve a interrumpirse, empieza otra vez, es un coitus interruptus, un desvivir, un dibujo surrealista, y el viajero —turulato ya, el pobre— enloquece del todo y se lanza al abordaje.

[…]

Es el súmmum, la apoteosis, la traca que pone fin a la fiesta. Más no cabe: España en estado puro.

Lo de los taxis se lleva la palma. Furia española en Amberes. Se ve y no se cree. Es portentoso, inenarrable. Una película de tiros, una merienda de cafres, un dramón, una sanferminada. Chávez ante un micrófono. Gritos, insultos, aspavientos, forcejeos, pisotones y, a veces, hasta puñetazos.

Observo —maravillado, desconcertado— la escena y llego a la conclusión de que, ahora, sí, de que ahora estoy, por fin y de verdad, en España: un callejón de incierta salida, un sacramento diabólico que imprime carácter, un hostión en el alma que deja imborrable huella, una Fuenteovejuna de la horterada y la chabacanería, un muestrario de pecados capitales, un circo de agresividad y desafueros, una gigantesca vaquería de mala leche, el reino de los pícaros, la escenificación ininterrumpida de un delito coral, individual y permanente.

Estoy ya dentro del taxi. Se sosiega poco a poco mi pulso. Ha sido homérico, pero la función sigue. El taxista se toma la libertad de interpelarme, lo hace con desenvoltura, me tutea, charlotea, increpa a un transeúnte, me cuenta su vida, la de sus hijos y la de su señora esposa, insulta al conductor de otro coche, me pone al tanto del tiempo que hace, que ha hecho y que hará, quiere saber de dónde vengo, dedica encendidos elogios a las corvas de una alienígena de aspecto sudamericano que lleva un pendiente en el ombligo y taconea sobre las rayas desteñidas de un paso de cebra, pone a parir al jefe del Gobierno y al de la oposición, me explica lo que él haría si fuese alcalde de Madrid, arregla España (en eso le doy la razón: falta hace) y extiende sus consideraciones al resto de Europa y al conjunto del globo, saca de la cajetilla un cigarrillo como quien desenfunda una pistola, le suplico que no lo encienda y entonces, desalentado por mis silencios y monosílabos, y enfurruñado por mi petición, activa bruscamente la radio y se enfrasca en la escucha de los pormenores de no sé qué partido de fútbol celebrado en no sé qué país del cuerno de África y briosamente descrito con todo detalle y a pleno pulmón por un asesino del léxico, la sintaxis, la fonética y la prosodia.

[…]

Mi reino por un colchón. Lo tengo al alcance de la mano. Enfila el coche la calle de Pez. Falta muy poco para llegar a casa. Veo, con el hastío de quien lo ha visto muchas veces, la profusa y sombría sucesión de pintadas en las paredes, de grafitos amenazadores, de proclamas anarquistas, de garabatos absurdos, de firmas de hijos de puta, y —en el suelo, en los zócalos, en los pies de las farolas— la huella de los chafarrinones dejados por la orina de la canalla y la de los mojones plantados por el culo de los perros o de quienes no lo son.

Dos yonquis, al arrimo y al abrigo de un portal descascarillado, se inyectan, tan ricamente, un buen chute de heroína, retrovirus y hepatitis. Los transeúntes y el coche de la patrulla pasan de largo. Nadie quiere líos.

Los cubos de la basura están repletos, su contenido se desborda, un nimbo de inmundicia los rodea.

Coches aparcados en segunda fila. Sus dueños están tomándose una caña, comprando hachís de alheña a un moro o morreando a un pendón en el chiscón.

Contenedores llenos de detritus que nadie se molesta en retirar.

Zanjas.

Cascajo.

Cables que penden, tubos que sobresalen, tripas de la ciudad al descubierto.

Condones y jeringuillas a la intemperie.

Los bolardos peatonales del borde de las aceras están torcidos, abollados, decapitados o arrancados. Nadie los repara ni los repone.

¿Para qué seguir? Dejémoslo.

Es mi barrio. ¿Está en Bombay?

[…]

Todo lo contrario: vivo en Malasaña, en el cogollo de la Villa y Corte, a dos pasos de la Gran Vía y de la Calle Ancha, en un distrito de la capital del reino donde alquilar o comprar un piso cuesta un Perú y al lado —está en el portal contiguo, pared con pared de mi casa— de la mansión en la que desde hace muchos años vive nada menos que mi amiga Esperanza Aguirre, presidenta, mientras esto escribo, de la Comunidad de Madrid.

Absurdo, bien lo sé, e imposible en cualquier otro lugar del primer mundo, pero esto, amigos, es España: la selva virgen, el camarote de los hermanos Marx, Chicago años treinta, la toma de la Bastilla, un burdel, un lodazal, un país donde la gente tira lo que le sobra al suelo y adentella lo que le sale al paso, donde el ruido atruena las calles y la música de rock las tabernas y los antros de copas, donde cualquier galopín o atorrante puede defecar a sus anchas en el arroyo, donde los amos de los perros no limpian lo que sus mascotas ensucian, donde la gente tiene derecho a todo y deber de nada, donde se considera artistas urbanos a los psicópatas que pintarrajean las fachadas de los edificios nobles y que algún día, cuando crezcan, maltratarán con idéntico desparpajo y la misma impunidad a sus mujeres, donde los haraganes y los jubilados acuden cuando el sol se pone a la Puerta del Sol para divertirse con el espectáculo de los descuideros que birlan la cartera a los viandantes, donde los mendigos son dueños de las esquinas y los piratas venden su matute en cualquier parte, donde la televisión es un patio de vecindad en el que las comadres cotillean desgreñadas y se da cuartelillo, voz y coba a los mafiosos, donde los obreros de toda laya escuchan la radio y duermen la siesta en horario laboral, donde cualquier vagabundo duerme en el suelo sin que nadie le diga nada (al contrario: los municipales lo arropan maternalmente y le llevan una taza de café), donde todo es mal gusto, mamoneo, griterío y vandalismo, y donde las autoridades no se preocupan de poner un poco de orden e higiene pública ni siquiera en el centro de las ciudades.

[…]

¿Español de la España Mágica? Hay quien me lo pregunta, y yo le digo: ésa ya no existe.

¿No existe? No, no existe. La han transformado —como tantas otras cosas... Miseria de los tiempos— en un parque temático.

¿Español de la España Trágica, de la Azul y Roja, de la que mató a mi padre, de la que heló el corazón de tantos?

España de Caín y Abel, España de la envidia y el rencor, España de banderas y de bandos, España Guadaña.

No me insulten.

¿Español palurdo, español desarrollista, español de sopa boba y chalé adosado, español de telecaca, español de fútbol y Fórmula Uno, español antitaurino y multiculturalista, español políticamente correcto, español zafio, español de piercing o de cadenilla de plata, español que no lee, español que ya ni siquiera sabe hablar en español, español, simplemente, de nuestros días?

No, gracias.

Dispongan de mí, háganme lo que quieran, pisotéenme, emplúmenme, pero, por favor, bórrenme de esa lista.

 

 

21/01/08: Dos locos y un caballo

Fuente: Magazine de El Mundo

¿Napoleón? Loco es quien se cree tal, y yo no lo estoy —loco— tanto como para eso ni, tampoco, para ponerme a contar aquí quién diablos fue (o no fue) ese quídam al que entre todos, a fuerza de hablar de él, han convertido en personaje. Ya nunca sabremos quién era, aunque sí sepamos, al detalle, todo lo que hizo.

Resulta, por cierto, curioso, en relación a ello, que el fundador del bonapartismo cometiera el mismo error que, en distintos escenarios geográficos, cometiesen Hitler y Stalin. El de Hitler fue caer en la ratonera de Rusia y el de Stalin hacerlo en la de España. Los dos salieron trasquilados. El Führer perdió la guerra mundial, que de otro modo habría ganado, y el Zar bolchevique perdió nuestra guerra civil. Napoleón, que siempre jugaba a lo grande, apostó en los dos tapetes, y así le fue. Extraños paralelismos.

Leí, cuando era niño, en la Breve historia del mundo de Wells, que los ingleses, capitaneados por el Duque de Wellington y ayudados (sic) por los españoles, expulsaron de España a los franceses. Fue un momento importante de mi vida. ¡Caramba!, me dije. ¿Así se escribe la historia? ¿Llevaría razón el autor de La guerra de los mundos? Ya nunca, a partir de aquel día, volví a fiarme de lo que me contaban en el colegio.

Y si no me creo Napoleón, ¿por qué he accedido a disfrazarme de él? Existe un motivo. El primer Dragó del que se tiene recuerdo era corso, se llamaba Drago (sin acento agudo), era el médico del futuro emperador y se fue con él a Francia. Allí ?el francés es lengua oxítona? le movieron el acento y le dieron un título nobiliario de menor cuantía. Su bisnieto, y bisabuelo mío, se estableció siglo y medio después en España para dirigir una empresa de hidrocarburos en Alicante y… Bueno. Aquí me tienen.

Por eso, por mi ascendencia de pirata corso, y sólo por eso, acepté el disfraz que El Mundo me propuso. Yo, en realidad, soy el caballo.

Decía Dalí: la única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco. Pues bien: la única diferencia entre Napoleón y Dragó es que Dragó no se cree Napoleón, pero está convencido de que Napoleón se creía Dragó.

Fernando Sánchez Dragó

 

 

15/01/08: Umbral, más de todos que nunca

Fuente: El Mundo

Foto de familia de los participantes en el homenaje
 

A Francisco Umbral le habría gustado estar allí. Le habría gustado acudir al emotivo homenaje que ayer su periódico, El Mundo, le rindió en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Seguramente lo presenció convertido ya en el ser de lejanías que dijo ser, al menos su duende merodeó por el escenario, se asomó desde detrás de la famosa Olivetti, objeto mudo de una escenografía simple en la que bastó con la palabra para despertar el aplauso.

Dragó charlando con María España
 

A Umbral le habría gustado comprobar cuánta gente, de uno y otro lado, «amigos y enemigos», como dijo Carmen Rigalt, acudieron a recordarlo en una demostración de que la leyenda que empieza a ser está más allá de las ideologías.

La de ayer fue, cinco meses después de su muerte, la auténtica ceremonia de la despedida, que agosto es un mes de ausencias e inactividades. El de ayer fue un acto hecho a medida del escritor, ocurrente, ameno, girando sobre una especie de juego muy umbraliano, con todos los asistentes recordando que estuvieron, o les hubiera gustado estar, en el Café Gijón la noche que arribó al local un joven llegado de provincias dispuesto a comerse el mundo.

A Francisco Umbral le habría encantado escuchar las palabras del actual ministro de Cultura, César Antonio Molina. «Su prolífica e incansable producción literaria pasará triunfante por todos los filtros sucesivos que los años venideros puedan extender, agrandando, con la perspectiva del tiempo, la dimensión de una obra literaria que, ante todo, refleja un proyecto estético libre, potente y unitario», dijo. Habría escuchado con atención a Esperanza Aguirre y a Alberto Ruiz-Gallardón, ambos agradecidos por la dimensión literaria que el autor ha dado a Madrid, escenario inmortal de sus gloriosas páginas como lo es la Lisboa de Pessoa o el Dublín de Joyce, según señaló el alcalde.

Habría disfrutado, sobre todo, al comprobar el llenazo. Más de 600 personas en la Sala de Columnas del Círculo y en las dos pantallas situadas en la antesala. Juntos por una vez los personajes políticos, los rostros populares, los amigos, los admiradores devotos y los lectores anónimos, los mismos que cada día desayunaban con sus columnas. A Fernando Sánchez Dragó, maestro de ceremonias, le correspondió abrir la función dirigiéndose a todos los asistentes. «Y a Paco, por si anda por ahí», dijo. «Claro que está», se oyó la voz de una señora en la fila de atrás.

Dragó y Sabina, sobre el escenario
 

Lo cierto es que asomó el duende del escritor. Asomó a través de sus textos, leídos por distintas voces: poéticos, tiernos, afilados, canallescos, lúcidos, desgarradores... Asomó a través de sus imágenes, proyectadas todo el tiempo en una gran pantalla y que daban cuenta de sus pasos por la vida.

Bufanda, gafas, presencia

Umbral estuvo presente con su bufanda, con sus gruesas gafas de miope, con su voz grave, a través de las anécdotas que contaron sus más íntimos y a través de sus propias ocurrencias, recogidas en un vídeo elaborado por el equipo de El Mundo TV e hilvanado sobre un hermoso texto del poeta y periodista Ángel Antonio Herrrera.

El público, entregado, generoso a la hora de las ovaciones y de las risas cómplices, por ejemplo cuando Umbral apareció agradeciendo el Cervantes a su Majestad con una de sus gracias; cuando volvió a repetir la ya célebre frase televisiva: «yo he venido aquí para hablar de mi libro» o cuando se recordó la definición que dio del académico de la lengua que él nunca llegó a ser: «un señor que al morir se convierte en un sillón».

Por el Círculo de Bellas Artes se paseó el Umbral ocurrente, pero también el más humano, del que dieron cuenta Pedro J. Ramírez, su señorito en las columnas, Carmen Rigalt y Raúl del Pozo, amigos y camaradas en la liturgia de la columna. Si Pedro J. recordó su ingenio en las sobremesas cuando se quitaba la imperturbabilidad y la bufanda y empezaba a contar los chascarrillos de la vida cultural y política, Rigalt se refirió a su lado más tierno, «sobre todo con los animales y con los niños».

Pedro J. Ramírez besa a María España tras la intervención de ésta
 

«La columna de Umbral no es un espacio sagrado sino embrujado», dijo, por su parte, Raúl del Pozo, su sucesor en la última. «Me las veo y me las deseo para romper el encantamiento cada día, para estar a la altura de un genio que pesa demasiado», dijo, dedicándole una oración que acababa deseándole la gloria eterna, pero rogándole que no volviese a tocarle el ratón del ordenador cambiándole unas palabras por otras. En fin, otro juego umbraliano.

De sus libros hablaron tres críticos entregados: Miguel García-Posada, Santos Sanz Villanueva y Javier Villán, quienes defendieron que Umbral no es sólo estilo, sino pensamiento, «crítico, de progreso, radicalmente concienciado de la literatura como contrapoder» (Villán), así como su aportación a la novela como género capaz de englobarlos a todos (Sanz Villanueva) y su constante creación de lenguaje, «aunque la Real Academia Española no se dio por enterada» (García-Posada).

Tatuaje, de Concha Piquer, abrió el acto, y Amado mío, la canción que tanto gustaba al escritor, puso el cierre después de las palabras emocionadas de María España, quien al final se fundió en un abrazo con Pedro J. Ramírez. «¡Ha muerto Umbral! ¡Viva Umbral! ¡Viva la literatura!», gritó Dragó. Y se cerró el telón.

Juan Luis Galiardo, Raúl del Pozo y Dragó, al término del acto
 

 

 

15/01/08: Fernando Sánchez Dragó regresa al columnismo con El lobo feroz

Tras casi ocho años alejado del columnismo periódico, desde que finalizara La Dragontea en la revista Época en 2000, Fernando Sánchez Dragó vuelve hoy, con El lobo feroz, para quedarse, oteando el mundo desde lo alto de su capitel a la manera estilita, sin por ello dejar de ser irredento estilista, en la columna izquierda de la segunda página de El Mundo de los martes. Disidencias es el título con el que inaugura su columna:

 

Umbral —¿Umbral?— de 2008: regreso al columnismo. No es éste sacerdocio, sino militancia y, en mi caso, disidencia. Nací lobezno, como Mowgli.

Desde el 2000 no lo ejercía. Fue entonces cuando mi predecesor en Diario de la Noche, que lo hacía muy bien, desembarcó en la revista Época y, en sucesivas oleadas, nos fue echando a todos. Todos éramos Jaime Campmany, Federico Jiménez Losantos, Alfonso Ussía, Juan Velarde, Manolo Alcántara… Bien hecho. Akela, el capo de la jauría lobuna en El libro de la selva, siempre marca territorio. Por eso seré yo aquí el Lobo Feroz.

Luego le aplicarían a él, a Germán Yanke, una dosis de caballo de la misma medicina. ¡Qué morbo que yo, inocente, lo diga! ¿Karma? Hoy somos, y mañana, estatuas. Fue, precisamente, el maestro Campmany quien me enseñó ese dictum.

No es vendetta, Germán, trinchada en plato frío, sino broma viperina sin veneno de tertulia del Gijón. La vida entera lo es: broma. De cuanto en la historia universal se ha escrito me quedaría con la frase de un filósofo presocrático que enseñó la pata, pero ocultó su nombre: Nada importa nada. Su aliento está mi coronilla: la trasladé hace ya muchos años a un baldosín y colgué éste detrás de la mesa en la que escribo. Lo releo todas las mañanas. Es mi padrenuestro, mi avemaría y mi gloria in excelsis del sentido del humor.

Ayer oficié como magister ludi en la misa mayor de réquiem con la que este periódico rindió honores al mejor de sus columnistas. Maestro de juegos, digo, y no de ceremonias del adiós, a la manera lúgubre de Simone de Beauvoir, porque Paco siempre pensó y dijo que la literatura es eso: un juego.

—¿Un juego?

—Sí, pero un juego, como el de las siete y media, según don Mendo, que no hay que jugarlo a ciegas, / pues juegas cien veces, mil, / y de las mil, ves febril / que o te pasas o no llegas.

Ese equilibrio —el de llegar sin pasarse o el de no pasarse para llegar— es el que busca el columnista. Si lo pierde, se la pega. Umbral, que era escritor de troteras y danzaderas, no lo hizo nunca. Murió en todo lo alto: dictaba su último texto.

Escritor, subrayo, porque sólo lo es de verdad quien sabe poner nombre a los seres y a las cosas. Umbral, en eso, era un maestro. La columna de Época que derribó Yanke se llamaba La Dragontea, y fue Paco quien me sugirió tan atinado epígrafe. Para entonces ya había dicho de mí que soy disidente de todo y militante de mí mismo. Le di la razón en ambas cosas. La disidencia es mi yo y la militancia, amigo Ortega, mi circunstancia.

2008… Vuelvo, pues, al columnismo, y lo hago de la mano que en 1980 me condujo a él: la de Pedro Jota. ¿Con idéntico ímpetu, con igual espíritu? La duda ofende: disidencia y militancia. Dijo Stevenson a su médico que siempre se muere joven —dictando, por ejemplo, una columna— y añadió Jung que la vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir. Umbral no murió de eso.

Aquí estoy otra vez. ¡Centinela alerta! ¡Negritas a mí! Me gustan el mundo y El Mundo. El rey ha muerto. ¡Viva Umbral!

Fernando Sánchez Dragó

 

 

09/01/08: Dragó, conductor del acto homenaje a Francisco Umbral

Fuente: elmundo.es

Umbral, en su domicilio
 

Todos los perfiles, todas las obsesiones, todos los umbrales de Francisco Umbral se fundirán en el gran homenaje que El Mundo, huérfano de su palabra, le rendirá el próximo lunes, día 14, a punto de cumplirse ya cinco meses de su muerte. Un homenaje hecho "a la medida" del escritor por su cruce de miradas, de reflejos y de complicidades, en el que el autor de Mortal y rosa será recordado por sus colegas, sus amigos y sus más rendidos admiradores.

La cita tendrá lugar en el Círculo de Bellas Artes a partir de las siete de la tarde y todo el que quiera asistir podrá hacerlo de forma gratuita retirando las entradas disponibles en la institución desde hoy y hasta el mismo lunes. El recuerdo del autor, su voz, sus imágenes y su inseparable Olivetti presidirán un acto en el que a la alargada sombra de la ausencia se opondrán el estilo y el vigor inconfundibles de una obra siempre viva, capaz de seguir cautivando con sus hallazgos.

Como maestro de ceremonias, el escritor Fernando Sánchez Dragó dotará de agilidad a un encuentro que estará salpicado en todo momento por los textos del escritor, por esa obra múltiple, de aliento poético, profunda y juguetona, tierna y afilada, a partes iguales, que asomará a través de fragmentos de algunos de sus títulos más importantes.

Capítulos ya célebres en la voz de figuras del espectáculo que, de un modo u otro, mantuvieron contacto con el autor a través de la relación personal o del mero intercambio cómplice. Juan Diego, Imanol Arias, Juan Luis Galiardo, Victoria Vera, Blanca Marsillach, Juan Echanove, Joaquín Sabina, Ramoncín y Olvido Gara, Alaska, muchos de ellos personajes de sus mordaces artículos, negritas de ese escenario tan personal en el que convirtió el día a día del tiempo que le tocó vivir, atraparán el alma de Umbral a través de sus criaturas, de sus verdades literarias.

Así, se presentará ante el público el escritor joven, el de La noche que llegué al Café Gijón, que arribó a Madrid dispuesto a convertirse en su mejor cronista; el certero observador de la Historia que desplegó todas sus dotes en novelas como Leyenda del César Visionario, o el que diseccionó magistralmente las figuras de sus admirados Larra y Valle-Inclán en Larra. Anatomía de un dandy y Valle-Inclán, los botines blancos de piqué, respectivamente.

Imposible que el estremecimiento no recorra la sala cuando suene el desgarrador pasaje de Mortal y rosa, el libro en el que Umbral expresó todos los registros de su dolor ante la muerte de su hijo. Imposible no conmoverse ante otro niño, él mismo, de la mano de su madre, en un episodio de El hijo de Greta Garbo, dedicado a esa mujer a la que tanto quiso y que tanto influyó en su vocación literaria.

El Umbral último, el que ya saboreaba la vida con sosiego y vislumbraba la muerte, lejanas ya las ambiciones de juventud, con la obra colmada por reconocimientos como el Premio Cervantes y el Príncipe de Asturias de las Letras, se muestra imponente en dos fragmentos elegidos de Un ser de lejanías, unas memorias íntimas, impresionistas en las que afronta asuntos como el erotismo o las distintas formas que puede adquirir el miedo a vivir.

Un vídeo de 20 minutos de duración, elaborado por el equipo de EL Mundo TV, centrará la vida y la trayectoria de una figura controvertida, incapaz de dejar a nadie indiferente, un hombre que fue capaz de hacer legión tanto de admiradores como de detractores.

La voz en 'off' del periodista y poeta Ángel Antonio Herrera será el hilo conductor de un documento en el que se van introduciendo grabaciones del propio autor, así como declaraciones sobre él de personajes del mundo de la política, la literatura y el espectáculo, caso de Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz-Gallardón o Ramoncín.

En el encuentro habrá lugar para el análisis, a través de dos debates: uno, centrado en la figura humana, en las contradicciones umbralianas; el otro, en su literatura. El director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, los escritores y colaboradores de esta casa Carmen Rigalt y Raúl del Pozo —que ha heredado el sagrado espacio de Umbral en la última—, se encargarán de retratar a un hombre que tanto jugó a confundir pertrechado tras su personaje literario.

Cruel y demoledor en tantas ocasiones a través de sus comentarios sarcásticos, de sus apreciaciones sobre personajes conocidos y sobre situaciones concretas de la actualidad social y política en sus columnas diarias; tierno, sensible y dotado de un humor tan particular, Umbral será siempre un enigma para sus seguidores y especialistas, un enigma cuyas claves se intentarán rozar en este momento clave del encuentro.

A la creación, a la obra literaria, tan unida, por otra parte, a la vida del escritor, se referirán, por su parte, los críticos Javier Villán, Santos Sanz Villanueva y Miguel García-Posada. Será el momento de reivindicar al estilista, al innovador, al forjador de juegos y metáforas, a quien declaraba en una de sus últimas entrevistas que no podía ser buen escritor quien no fuese capaz de forzar el lenguaje.

 

 

09/01/08: Y si habla mal de España... es español, el nuevo libro de Dragó, a la venta el 22 de enero

Fernando Sánchez Dragó nunca deja indiferente a nadie. Su discurso barroco en su forma y políticamente incorrecto en su contenido, que esgrime los adjetivos como banderas y los lanza como cuchillos afilados, remueve conciencias y verdades que se creían inamovibles. Fustiga con la palabra, levantando ampollas en la conciencia y verdugones en las creencias. Se le admira y se le rechaza a partes iguales. Es, sin duda, el pensador más individualista y trasgresor de nuestras letras.

Fernando Sánchez Dragó no puede quedarse callado y esta vez habla apremiado por la necesidad de soltar la presión que le produce lo circunstancial y más cercano. No le gusta esta manera de escribir, dice, pero se siente obligado “por el peso de la tierra, de la sangre, de las tribus y las generaciones, de la memoria ancestral, del subconsciente común, del inconsciente colectivo”

Porque para el autor, España está hecha unos zorros y alguien tiene que decirlo. Nuestro país sufre una decadencia congénita iniciada desde siempre, nos dice. Una decadencia evidente, como muestra el paso de la España Mágica a la España Hortera, del Jardín de las Hespérides a Marina D’Or, de Tartesos a Marbella, del Cid al Pocero.

“La España del presente y del futuro. La España puta. La puta España. Expaña, y olé. Otra, se diría, no hay; y sobra añadir que tampoco esa España es la mía. Ni la de los míos. ¿Puede alguien sentirse compatriota de ese prototipo del español de nuestros días que es el Pocero sin salir de estampida hacia el retrete más cercano para potar en él?”

Es esta decadencia la que le ha movido, casi a su pesar, a hablar de nuevo de esa España de la que inició un proceso de expatriación psicológica a partir del año 77, fruto de la investigación que le llevó a escribir su obra Gárgoris y Habidis, y que culminó en el 2004, tras el encuentro con el pasado más reciente por la escritura de Muertes Paralelas, donde el autor se enfrentó, horrorizado, a la España ensangrentada y cainita de la guerra civil.

El libro se estructura en tres partes. Una primera, que constituye una especie de largo prólogo donde el autor reflexiona sobre el porqué de escribir este libro. En esta parte, Sánchez Dragó nos habla mucho de sí mismo, de sus circunstancias, de sus deseos, de sus demonios. Y nos adelanta, también, las líneas maestras de su reflexión: por una parte, los valores “su definición, su adulteración, su sustitución y su decadencia” y, por otra, “la decadencia, la sustitución, la adulteración y la definición de España.”

“Esa armadura vertebral, ese entramado de principios morales, esa definición del vicio y la virtud, del mérito, el pecado y la culpa, en la que todos, aunque fuera a título meramente teórico, filosófico, utópico coincidían, se ha venido abajo”.

La segunda parte, A contraespaña, está escrita con anterioridad, en un momento en el que, según propia confesión, “estaba muy enfadado con España”. Ahora, esa ira o parte de ella ha desaparecido, afirma, pero Sánchez Dragó ha querido mantener íntegro el espíritu del texto. Habla aquí el autor de los males cotidianos del país, reflexiones que abarcan desde la falta de carritos en el aeropuerto hasta la actuación complaciente y cicatera de los partidos políticos. Su punto de mira se dirige también a los fascistas, a los jóvenes del botellón, a los antifascistas y los policías agredidos por esos “jóvenes asilvestrados” con la cara cubierta que, sin embargo, terminan llamando fascistas a los policías agredidos. Lo que demuestra, para el autor, lo que divergen las designaciones de su verdadero significado. Aboga Dragó por el cumplimiento real de la ley, el único camino para un auténtico estado de derecho.

Pero no sólo la política y aledaños despiertan las iras del autor. Como buen libertino y lujurioso, abomina del puritanismo y mojigatería de la izquierda española. Porque, afirma Dragó, no solo escribe a contraespaña, sino a contraizquierda, aunque la derecha tampoco se vaya de rositas.

Es una jugosa reflexión en la que el autor repasa la realidad española bajo un prisma tan original como provocador. Una reflexión salpicada de jugosas anécdotas, textos referenciales, digresiones y recuerdos, siempre atractivos, irónicos, irreverentes y transgresores.

La tercera parte lleva el turbulento título de ¿Arriba España? A Sánchez Dragó, como a Unamuno, uno de sus tres referentes junto a Ortega y José Antonio, le duele España. Y le duele, mal que le pese, porque la quiere. En esta tercera parte, el autor intenta hablar bien de España y se enfrenta, casi por primera vez en su vida, al sufrimiento de la hoja en blanco. No encuentra argumentos salvo los tópicos culturales, algunos de los cuales tampoco resultan muy bien parados.

Uno de los aspectos que, sin duda, levantará sin más controversia es el asunto del mestizaje y el multiculturalismo, del que Dragó abomina. Nunca hubo multiculturalismo en España, afirma el autor. Las famosas Tres Culturas nunca convivieron en pie de igualdad. Al-Ándalus y Sefarad nunca fueron España. Y, como referente nos habla de lo que sí considera un auténtico crisol de culturas como es la India. O de Estados Unidos, como ejemplo de país crecido desde el mestizaje y que, sin embargo, tuvo la habilidad de “que su ADN blanco, anglosajón y protestante saliera incólume”.

Para Sánchez Dragó la inmigración es el gran problema de Europa. Una aberración que solo puede traer como consecuencia la desaparición de nuestra sociedad como ya desapareciera el Imperio Romano por la llegada masiva de los distintos pueblos bárbaros.

“No es, lo de la inmigración, conflicto de razas ni de alteridades o extranjerías, sino choque —choque, sí, porque la alianza es, por desnaturalizadora, imposible— de culturas, de valores morales, de costumbres, de idiosincrasias, de trabajo, de intereses, de perspectiva y planificación del futuro.”

Estos y otros muchos asuntos pueblan las páginas de este libro imposible de encuadrar en un género porque es tan único como su autor. Un erudito y polémico recorrido histórico, sociológico y también íntimo por la realidad de la España actual. Una suerte de desahogo verbal y anímico de un hombre que se define liberal, lo que es no ser nada y serlo todo, afirma, y que antes fue catequista, comunista, trotskista, anarquista, socialdemócrata, creyente, agnóstico, gnóstico...

Como colofón, Sánchez Dragó confiesa lo que para él significa la patria. Dos son los elementos que la definen: El primero, inevitable, es la lengua, “la verdadera patria del escritor y del hombre” La segunda, y esto requiere la prolija explicación que ofrece Dragó en el libro, es la Tauromaquia, un sacramento, una religión que inspira en el autor sus más bellas y encendidas palabras.

Para su autor, este libro es una búsqueda. Con ella no aspira a encontrar respuestas sino a formular y dejar en el aire preguntas que inciten a la reflexión y que ayudan a recuperar, entre todos, el sentido común que, según afirma, y al decir de muchos, se ha perdido.

Fernando Sánchez Dragó escribe con el corazón, un corazón que palpita con pasión, con violencia a veces, que reflexiona sobre la idea de España con humor, dolor y lucidez. Un libro con una gran riqueza verbal y de ideas que sin duda será objeto de las más variadas críticas y las más encendidas adhesiones.

Y si habla mal de España... es español será publicado el 22 de enero de 2008 por Planeta.

 

 

 

 

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